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En este cuerpo se alcanza la liberación final


Rohitassa Sutta

SN 2,26 {12S2.2.3.6,107}


Estando el Despierto en Savatthi, el joven deva Rohitassa se dirigió al Bienaventurado con estas palabras:

Venerable señor, ¿es posible alcanzar por medio de un viaje el fin del mundo existente? ¿Ver y conocer el lugar donde nadie nace, envejece ni muere? ¿Donde no hay fallecimientos ni renacimientos?

Amigo —contestó el Despierto—, aquel fin del mundo, ese lugar donde nadie nace, envejece ni muere, donde no hay fallecimientos ni renacimientos, no puede ser conocido, visto ni alcanzado por medio de un viaje.

¡Esto es maravilloso, venerable señor! —replicó el deva— ¡Es asombroso, venerable señor! Qué bien ha sido proclamado por el Bienaventurado que aquel fin del mundo, el lugar donde nadie nace, envejece ni muere, donde no hay fallecimientos ni renacimientos, no puede ser conocido, visto ni alcanzado por medio de un viaje.

Una vez, venerable señor, en el pasado fui un vidente de nombre Rohitassa Bhojaputta. Poseía poderes espirituales y era capaz de viajar por el cielo. Mi velocidad era muy grande, así que podía moverme tan rápidamente como un hábil y adiestrado arquero lanza, más allá de la sombra de la palmera borassus, su luminosa flecha. Mi paso era tal que parecía abarcar el espacio entre los océanos este y oeste. Entonces, venerable señor, un día este deseo surgió en mí: voy a llegar al fin del mundo mediante un viaje. Así fue como poseyendo semejante velocidad, poseyendo semejante paso y viviendo por cien años, he viajado a lo largo de cien años sin pausa alguna, excepto para comer, beber, preparar la comida, defecar, orinar y dormir, para disipar la fatiga. Aún así, he muerto en el camino sin haber alcanzado el fin del mundo. Por eso es maravilloso y asombroso, venerable señor, que haya sido proclamado por el Bienaventurado que aquel fin del mundo, el lugar donde nadie nace, envejece ni muere, donde no hay fallecimientos ni renacimientos, no puede ser conocido, visto ni alcanzado por medio de un viaje.

Sin embargo, amigo —agregó el Despierto—, también digo que sin haber llegado al fin del mundo es imposible poner fin al sufrimiento. Es precisamente en este cuerpo, de una braza de alto, dotado de percepción y mente, donde yo he conocido el mundo, el origen del mundo, el cese del mundo y el sendero que conduce al cese del mundo.

El fin del mundo nunca puede ser alcanzado
por medio de un viaje,
sin embargo, sin haber alcanzado el fin del mundo,
no  hay liberación del sufrimiento.

Por lo tanto, el veraz, el conocedor del mundo, el sabio,
va hacia el fin del mundo realizando la vida santa.
Y habiendo conocido el fin del mundo, en paz,
no anhela este mundo, ni otro.