Anicca Sutta
SN 22,66 {13S3.1.2.2.4,66}
Estando en Savatthi,
cierto monje se acercó al Despierto, le rindió homenaje y, sentándose a un lado,
le dijo:
Venerable
señor, sería bueno que el Bienaventurado me enseñara el Dhamma resumidamente,
de manera tal que —habiendo escuchado el Dhamma del Bienaventurado— viva en
soledad, recluido, diligente, ardiente y resuelto.
Monje —contestó
el Despierto—, deberás abandonar el deseo por todo lo que es transitorio y
pasajero
¡Comprendido,
Bienaventurado! — contestó el monje.
¿De qué
manera, monje, comprendiste en detalle el significado de lo que dije resumidamente?
La forma,
venerable señor —argumentó el monje—, es transitoria; se debe abandonar todo
deseo por ella. La sensación es transitoria; se debe abandonar todo deseo por
ella. La percepción es transitoria; se debe abandonar todo deseo por ella. Las
formaciones mentales son transitorias; se debe abandonar todo deseo por ellas.
La consciencia es transitoria; se debe abandonar todo deseo por ella. De esta
manera, venerable señor, he comprendido en detalle el significado de lo que el Bienaventurado
dijo en resumen.
¡Bien, muy
bien monje! —exclamó el Despierto—. Has comprendido bien y en detalle el
significado de lo que he dicho resumidamente. La forma es transitoria, monje,
deberás abandonar todo deseo por ella. La sensación, la percepción, las
formaciones mentales y la conciencia son transitorias y pasajeras, deberás
abandonar todo deseo por ellas. Es de esta manera, monje, que debe ser
comprendido en detalle el significado de lo que he dicho resumidamente.
Entonces,
aquel monje —habiéndose regocijado y deleitado en las palabras del
Bienaventurado—, se levantó de su asiento y, rindiéndole homenaje, se retiró.
Tiempo después,
viviendo en soledad, recluido, diligente, ardiente y resuelto, aquel monje descubrió
por sí mismo —con el conocimiento directo aquí y ahora—, entrando y
permaneciendo en aquella insuperable meta de la vida santa por la cual el
miembro de clan, con justa razón, abandona la vida hogareña para asumir el
estilo de vida sin hogar. Y así conoció directamente esto: el nacimiento está
destruido, la vida santa ha sido vivida, lo que había que hacer se ha realizado
y, he aquí, no hay más futuros estados de existencia.
Y aquel monje
llegó a ser uno de los arahants.