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Once puertas a la inmortalidad

                                                                        

Atthakanagara Sutta

MN 52 {10M.1.2}


Esto he escuchado.

En una ocasión, el venerable Ananda estaba morando en Beluvagamaka cerca de Vesali. En aquella ocasión Desama, un hombre hogareño de Atthakanagara, llegó a Pataliputta. Una vez terminado sus asuntos en Pataliputta, fue a Beluvagamaka a ver al venerable Ananda. Después de rendirle sus respetos, se sentó a un lado y le preguntó:

Venerable Ananda, ¿existe alguna cosa única —proclamada por el Despierto plenamente realizado e iluminado— mediante la cual, si el monje morara diligentemente en ella, ardiente y resuelto, su mente esclavizada llegaría a liberarse, sus contaminaciones se destruirían y, así, alcanzaría la suprema libertad antes no alcanzada?

Sí, hombre hogareño, semejante cosa ha sido proclamada por el Despierto.

[1] He aquí, apartado de los placeres sensuales, apartado de los perjudiciales estados mentales, el monje entra y permanece en el primer jhana, el cual se haya constituido de pensamiento aplicado y sostenido, arrobamiento y felicidad, nacidos del aislamiento. Él comprende que este primer jhana es condicionado y producido volitivamente, y que cualquier cosa que es condicionada y producida volitivamente, es transitoria y sujeta al cese.  Entonces, si se establece firmemente en él, alcanza la destrucción de las contaminaciones, pero si no alcanza la destrucción de las contaminaciones —por su deseo y deleite en el Dhamma—, entonces, con la destrucción de las cinco cadenas menores, llegará a ser uno que reaparece espontáneamente en las Moradas Puras, para alcanzar allí el Nibbana final, sin retornar nunca más a este mundo.

Esta es la cosa única —proclamada por el Bienaventurado, plenamente realizado e iluminado— mediante la cual, si el monje mora diligentemente en ella, su mente esclavizada llega a liberarse, sus contaminaciones se destruyen y alcanza la suprema liberación antes no alcanzada.

[2] Además, hombre hogareño, al calmar el pensamiento aplicado y sostenido, el monje entra y permanece en el segundo jhana, caracterizado por la tranquilidad y unificación mental, libre de pensamiento aplicado y sostenido, lleno de arrobo y felicidad nacidos de la concentración. Él comprende que este segundo jhana es condicionado y producido volitivamente, y que cualquier cosa que es condicionada y producida volitivamente, es transitoria y sujeta al cese.  Entonces, si se establece firmemente en él, alcanza la destrucción de las contaminaciones, pero si no alcanza la destrucción de las contaminaciones —por su deseo y deleite en el Dhamma—, entonces, con la destrucción de las cinco cadenas menores, llegará a ser uno que reaparece espontáneamente en las Moradas Puras, para alcanzar allí el Nibbana final, sin retornar nunca más a este mundo.

Esta, también, es una cosa única —proclamada por el Bienaventurado, plenamente realizado e iluminado— mediante la cual, si el monje mora diligentemente en ella, ardiente y resuelto, su mente esclavizada llega a liberarse, sus contaminaciones se destruyen y alcanza la suprema liberación antes no alcanzada.

[3] Además, hombre hogareño, con la desaparición del arrobo, el monje permanece ecuánime, con atención consciente y clara comprensión, experimentando felicidad en su cuerpo; así, entra y permanece en el tercer jhana, del cual los nobles declararon: es ecuánime, atentamente consciente, alguien que ha encontrado una morada placentera. Él comprende que este tercer jhana es condicionado y producido volitivamente, y que cualquier cosa que es condicionada y producida volitivamente, es transitoria y sujeta al cese… sus contaminaciones se destruyen y alcanza la suprema liberación antes no alcanzada.

[4] Además, hombre hogareño, con el abandono del placer y la pena, con la previa desaparición de la alegría y el displacer, entra y permanece en el cuarto jhana, que es ni doloroso ni placentero y se caracteriza por la purificación de la atención consciente a través de la ecuanimidad. Él comprende que este cuarto jhana es condicionado y producido volitivamente, y que cualquier cosa que es condicionada y producida volitivamente, es transitoria y sujeta al cese… sus contaminaciones se destruyen y alcanza la suprema liberación antes no alcanzada.

[5] Además, hombre hogareño, el monje mora impregnando las cuatro direcciones cardinales, arriba, abajo y alrededor, al mundo entero y a sí mismo, con la mente imbuida de amor benevolente, abundante, excelso, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Él comprende que esta liberación mental, a través del amor benevolente, es condicionada y producida volitivamente, y que cualquier cosa que es condicionada y producida volitivamente, es transitoria y sujeta al cese… sus contaminaciones se destruyen y alcanza la suprema liberación antes no alcanzada.

[6] Además, hombre hogareño, el monje mora impregnando las cuatro direcciones cardinales, arriba, abajo y alrededor, al mundo entero y a sí mismo, con la mente imbuida de compasión, abundante, excelsa, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Él comprende que esta liberación mental, a través de la compasión, es condicionada y producida volitivamente, y que cualquier cosa que es condicionada y producida volitivamente, es transitoria y sujeta al cese… sus contaminaciones se destruyen y alcanza la suprema liberación antes no alcanzada.

[7] Además, hombre hogareño, el monje mora impregnando las cuatro direcciones cardinales, arriba, abajo y alrededor, al mundo entero y a sí mismo, con la mente imbuida de dicha altruista, abundante, excelsa, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Él comprende que esta liberación mental, a través de la dicha altruista, es condicionada y producida volitivamente, y que cualquier cosa que es condicionada y producida volitivamente, es transitoria y sujeta al cese… sus contaminaciones se destruyen y alcanza la suprema liberación antes no alcanzada.

[8] Además, hombre hogareño, el monje mora impregnando las cuatro direcciones cardinales, arriba, abajo y alrededor, al mundo entero y a sí mismo, con la mente imbuida de ecuanimidad, abundante, excelsa, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Él comprende que esta liberación mental, a través de la ecuanimidad, es condicionada y producida volitivamente, y que cualquier cosa que es condicionada y producida volitivamente, es transitoria y sujeta al cese… sus contaminaciones se destruyen y alcanza la suprema liberación antes no alcanzada.

[9] Además, hombre hogareño, con la plena superación de la percepción de las formas, con la desaparición de la percepción sensorial, sin prestar atención a la percepción de la diversidad, consciente de la infinitud del espacio, el monje entra y permanece en la esfera del espacio infinito. Él comprende que el logro de la esfera del espacio infinito es condicionado y producido volitivamente, y que cualquier cosa que es condicionada y producida volitivamente, es transitoria y sujeta al cese… sus contaminaciones se destruyen y alcanza la suprema liberación antes no alcanzada.


[10] Además, hombre hogareño, con la plena superación de la esfera del espacio infinito, consciente de la infinitud de la consciencia, el monje entra y permanece en la esfera de la consciencia infinita. Él comprende que el logro de la esfera de la consciencia infinita es condicionado y producido volitivamente, y que cualquier cosa que es condicionada y producida volitivamente, es transitoria y sujeta al cese… sus contaminaciones se destruyen y alcanza la suprema liberación antes no alcanzada.

[11] Además, hombre hogareño, con la plena superación de la esfera de la consciencia infinita, consciente de que no hay nada más, el monje entra y permanece en la esfera de la nada. Él comprende que el logro de la esfera de la nada es condicionado y producido volitivamente, y que cualquier cosa que es condicionada y producida volitivamente, es transitoria y sujeta al cese… sus contaminaciones se destruyen y alcanza la suprema liberación antes no alcanzada.

Cuando el venerable Ananda terminó de hablar, el hombre hogareño Dasama exclamó:

¡Venerable Ananda! Como un hombre que busca la entrada a un tesoro escondido y, de pronto, vislumbra simultáneamente once entradas a su objetivo, así, mientras buscaba una entrada a lo Inmortal, he visualizado de golpe once entradas a la inmortalidad. Al igual que un hombre que tiene una casa con once puertas —que arde entre las llamas de un fuego destructor— puede huir y salvarse a través de cualquiera de las once puertas, así, también, puedo ponerme salvo a través de cualquiera de estas once puertas hacia la inmortalidad. Venerable señor, si otras sectas brindan ofrendas a sus maestros, ¿por qué no me sería posible hacer una ofrenda al venerable Ananda?


Entonces Dasama, el hombre hogareño de Atthakanagara, reunió al sangha de los monjes de Pataliputta y Vesali, y con sus propias manos les sirvió varias clases de comida. Luego, dando a cada uno de ellos dos telas, dio al venerable Ananda un triple hábito y mandó a construir para él una vivienda por el valor de quinientas piezas de plata.
                                                                                                                                       

Esforzándose


Padhana Sutta

Sn 3,2 {427-451}


Cuando me ejercitaba con gran esfuerzo en la meditación —cerca del río Neranjara— para alcanzar la liberación de la esclavitud a los apegos, se me acercó Namuci [el Maligno] pronunciando palabras compasivas:

Estás demacrado y de mal aspecto, próximo a morir. Mil partes de ti pertenecen a la muerte y sólo una pequeña porción está viva. ¡Vive, buen Señor, es mejor vivir! Viviendo puedes realizar acciones meritorias. Practicando el celibato y cuidando del fuego sacrificial mucho mérito se hace, pero, ¿qué se obtiene del esfuerzo? Es arduo el camino del esfuerzo, es difícil de hacer y difícil de soportar.

Permaneciendo de pie, Mara [el Maligno] pronunció estas palabras en presencia del Despierto. Cuando hubo terminado de hablar, el Bendito respondió:

Tú, Malvado, amigo de los negligentes, ¿por cuál razón has venido hasta aquí? Los que todavía tienen necesidad del mérito pueden considerar que vale la pena cambiar de dirección.  Mas yo tengo sabiduría, energía y confianza. Estando así, decidido a esforzarme, ¿por qué me pides vivir? Si el viento puede secar la corriente de los ríos, ¿por qué mi esfuerzo no podría secar también mi sangre y, de esta forma, secar con ella la bilis y la flema de mi cuerpo? Consumida así la carne, mi mente devendría llena de serenidad y mi atención, concentración y sabiduría se establecerían con firmeza. En mí, que he permanecido soportando tan extrema experiencia, la mente ya no anhela placeres sensuales. Mi ser está puro.

Tu primer ejército es el deseo sensual. El segundo es llamado descontento. El tercero son el hambre y la sed. El cuarto el anhelo vehemente. El quinto la lerdez y la pereza. El miedo es el sexto. El séptimo la indecisión. El octavo la terquedad y el menosprecio por los demás. La ganancia, la fama y el honor, el prestigio malamente adquirido, alabarse a sí mismo y menospreciar a otros: estos, Namuci, son tus ejércitos, tus oscuras fuerzas de ataque. Un holgazán y un cobarde no podrían vencerlos… pero quien los conquista, gana la felicidad.




Llevo puesta la hierba muñja, me sería vergonzoso vivir sin dignidad. Para mí es mejor morir en la batalla, que vivir derrotado. Hay ascetas y brahmanes que no se ejercitan a sí mismos, tan inmersos están [en lo mundano]. No son conscientes de la senda por la que caminan aquellos que se conducen correctamente.

Viendo a mi alrededor a Mara con su ejército, lucharé para no ser movido de mi sitio. Este ejército maligno, que devas y hombres son incapaces de sojuzgar, lo destruiré con sabiduría, como se destruye con una piedra un cuenco de arcilla sin hornear. Habiendo dominado la mente y establecido firmemente la atención, viajaré de un lado a otro enseñando a muchos discípulos. Ellos serán diligentes y enérgicos en la práctica de mi enseñanza, la enseñanza de «uno sin deseos sensuales», e irán adonde —después de haber llegado— serán «uno que no siente».

[Escuchando esto, Mara pensó:]

Por siete años he seguido al Bienaventurado paso a paso, pero no he encontrado jamás una oportunidad para derrotar al conscientemente Despierto. Un cuervo voló alrededor de una piedra que tenía el color de la grasa: ¿Podremos encontrar aquí algo tierno para comer? [Se preguntó]. Y al no encontrar nada comestible, el cuervo abandonó el lugar. Así, como el cuervo dejó a la piedra, dejamos a Gotama. Habiéndonos aproximado, sólo conseguimos quedar desalentados.

Entonces, abrumado por la tristeza, el espíritu infeliz dejó caer el laúd de su mano, desapareciendo del lugar.



Pacinadisutta

SN 49,1-12 {14S5.5.1.1,651 - 14S5.5.1.12,662}


Estando en Savatthi, el Despierto dijo:

Monjes, existen estos cuatro correctos esfuerzos. ¿Cuáles cuatro?
Es el caso del monje que (i) genera el deseo de que no surjan malos y perjudiciales estados mentales que aún no se han manifestado… (ii) genera el deseo de abandonar los malos y perjudiciales estados mentales que ya han surgido… (iii) genera el deseo de que aparezcan estados mentales saludables que aún no han surgido… (iv) y genera el deseo de mantener los estados mentales saludables que ya han surgido, procurando que los mismos no decaigan, se incrementen, se expandan y así lleguen a su máximo desarrollo y cumplimiento. Él hace el esfuerzo, pone energía aplicando su mente y fortaleza en esto.

Monjes, al igual que el río Ganges se dirige, orienta e inclina hacia el este, así también el monje que desarrolla y cultiva los cuatro correctos esfuerzos, se dirige, orienta e inclina hacia el Nibbana.

¿Y cómo el monje desarrolla y cultiva los cuatro correctos esfuerzos, de manera tal que se dirija, oriente e incline hacia el Nibbana? Es el caso del monje que (i) genera el deseo de que no surjan malos y perjudiciales estados mentales que aún no han surgido, hace el esfuerzo, pone energía aplicando en ello su mente y fortaleza…. (ii) genera el deseo de abandonar los malos y perjudiciales estados mentales que ya han surgido, hace el esfuerzo, pone energía aplicando en ello su mente y fortaleza…. (iii) genera el deseo de que aparezcan estados mentales saludables que aún no han surgido, hace el esfuerzo, pone energía aplicando en ello su mente y fortaleza… (iv) genera el deseo de mantener los saludables estados mentales que ya han surgido, procurando que los mismos no decaigan, se incrementen, se expandan y así lleguen a su máximo desarrollo y cumplimiento. Él hace el esfuerzo, pone energía aplicando su mente y fortaleza en esto.

De esta manera, monjes, se desarrollan y cultivan los cuatro correctos esfuerzos, de tal manera que uno se dirija, oriente e incline hacia el Nibbana.



Samvara Sutta

AN 4,14 {15A4.1.2.4,14}


Monjes, he aquí estos cuatro esfuerzos. Y, ¿cuáles son estos cuatro?
El esfuerzo a través de la restricción, el esfuerzo a través del abandono, el esfuerzo a través del desarrollo y el esfuerzo a través de la protección.

Y, ¿en qué consiste el esfuerzo a través de la restricción?
He aquí, habiendo visto una forma con el ojo, el monje no se aferra a su aspecto general ni a ninguno de sus detalles, puesto que si permaneciera con la facultad del ojo sin restringir, entonces malos y perjudiciales estados mentales podrían invadirlo. Practicando la restricción de la facultad del ojo, se compromete con ella y la resguarda. Habiendo escuchado un sonido con el oído… habiendo olido un olor con la nariz… habiendo saboreado un sabor con la lengua… habiendo sentido una sensación táctil con el cuerpo… habiendo conocido un fenómeno mental con la mente, el monje no se aferra a su aspecto general ni a ninguno de sus detalles, puesto que si permaneciera con la facultad de la mente sin restringir, entonces malos y perjudiciales estados mentales podrían invadirlo. Practicando la restricción de la facultad mental, se compromete con ella y la resguarda. Esto se llama, monjes, el esfuerzo a través de la restricción.

Y, ¿en qué consiste el esfuerzo a través del abandono?
He aquí, el monje no admite el surgir de pensamientos sensuales, por el contrario, los abandona, los expulsa y lleva a su fin, no permitiendo que reaparezcan. Tampoco admite el surgir de pensamientos de animadversión… de pensamientos crueles… ni estado mental perjudicial alguno, muy por el contrario, los abandona, los expulsa y lleva a su fin, no permitiendo que reaparezcan. Esto se llama, monjes, el esfuerzo a través del abandono.

Y, ¿en qué consiste el esfuerzo a través del desarrollo?
He aquí, el monje desarrolla el factor de iluminación de la atención consciente que resulta del aislamiento, desapasionamiento y cese que maduran en la liberación. Desarrolla el factor de iluminación de la discriminación de los fenómenos mentales… el factor de iluminación de la energía… del éxtasis… de la tranquilidad… de la ecuanimidad, que son el resultado de la reclusión, desapasionamiento y cese que maduran en la liberación. Esto se llama, monjes, el esfuerzo a través del desarrollo.

Y, ¿en qué consiste el esfuerzo a través de la protección?
He aquí, el monje protege su mente con un objeto favorable y excelente para la concentración: la contemplación de un esqueleto, la contemplación de un cuerpo muerto lívido, la contemplación de un cuerpo muerto hinchado, la contemplación de un cuerpo muerto supurante, la contemplación de un cuerpo muerto infestado de gusanos o la contemplación de un cuerpo muerto desfigurado. Esto se llama, monjes, el esfuerzo a través de la protección.

Éstos son, monjes, los cuatro esfuerzos.
Restringiendo, abandonando,
desarrollando y protegiendo:
estos cuatro esfuerzos fueron enseñados
por el Pariente del Sol.
Por medio de ellos, un monje fervoroso
alcanza la destrucción de la insatisfacción.
                                                                                                                                                


Las moscas


Katuviya Sutta 

AN 3,128 {3,129}


En cierta ocasión, cuando el Despierto moraba en el parque de los venados de Isipatana, cerca de Baranasi, se levantó temprano por la mañana, se vistió, tomó su cuenco, hábito exterior y entró a la ciudad en busca de la comida de las limosnas. Mientras caminaba buscando las limosnas, vio a cierta distancia —cerca de la higuera donde se uncía al ganado— a un monje de mente confusa y sin clara comprensión que buscaba gratificación en lo externo, desconcentrado, con la mente dispersa y los sentidos extraviados. Viéndolo así, el Despierto le habló a aquel monje:

Monje, no te contamines a ti mismo. Es inevitable que las moscas persigan y ataquen a quien se ha contaminado a sí mismo y se ha manchado de fetidez.

Siendo exhortado así por el Bienaventurado, el monje adquirió en aquel momento el sentido de urgencia [por la práctica].

Cuando el Bienaventurado, luego de haber caminado por Baranasi en búsqueda de la comida de las limosnas —y después de haberla comido—, retornó al parque, dijo a los monjes:

Monjes, esta mañana, muy temprano, me vestí, tomé el cuenco y hábito exterior, y entré a Baranasi en búsqueda de la comida de las limosnas. Mientras caminaba buscando la comida de las limosnas, vi a cierta distancia —cerca de la higuera donde se unce al ganado— a un monje de mente confusa y sin clara comprensión que buscaba gratificación en lo externo, desconcentrado, con la mente dispersa y los sentidos extraviados. Habiéndolo visto así, me dirigí a aquel monje:

Monje, no te contamines a ti mismo. Es inevitable que las moscas persigan y ataquen a quien se ha contaminado a sí mismo y se ha manchado de fetidez.

Acto seguido, al ser exhortado por mí de ese modo, aquel monje adquirió el sentido de urgencia [por la práctica].

Dicho esto, uno de los monjes preguntó al Bienaventurado:

Venerable Señor, ¿qué debemos entender por la fetidez, la contaminación y las moscas?

Monje, el anhelo es la contaminación, la animadversión es la fetidez y los perjudiciales estados mentales son las moscas. Es inevitable que las moscas persigan y ataquen a alguien que se ha contaminado a sí mismo y se ha manchado con la fetidez.

Las moscas —los pensamientos producidos por la codicia—
corren persiguiendo a quien es indisciplinado en sus facultades mentales
y  no vigila su ojo ni oído.

El monje contaminado,
manchado por la hedionda fetidez,
está muy lejos del Nibbana y sólo el dolor es su cosecha.

Ya sea en el pueblo o en el bosque,
cuando un tonto no alcanza la paz por sí mismo,
da vueltas perseguido por las moscas.

Pero aquel que se ha realizado en la conducta virtuosa,
que se deleita en la sabiduría y la paz,
aquel pacífico vive feliz habiendo destruido las moscas.
                                                                                                                                                   

Anapanasati: contemplando la respiración



Ananda Sutta

SN 54,13 {14S5.10.2.3,989}


En cierta ocasión, estando en Savatthi, el venerable Ananda se acercó al Bienaventurado y, saludándolo respetuosamente, se sentó a un lado preguntando:

Venerable señor, ¿existe alguna cualidad que, al ser cultivada y desarrollada, culmina en la realización de otras cuatro cualidades que, al ser cultivadas y desarrolladas, también culminan en la realización de otras siete cualidades que, a su vez, al ser cultivadas y desarrolladas culminan, finalmente, en la realización de dos cualidades?

Sí, Ananda, existe tal cualidad única que, al ser cultivada y desarrollada, culmina en la realización de cuatro cualidades que, al ser cultivadas y desarrolladas, también culminan en la realización de siete cualidades que, a su vez, al ser cultivadas y desarrolladas culminan, finalmente, en la realización de dos cualidades.

Y, venerable señor, ¿cuál es esa cualidad única que, al ser cultivada y desarrollada, culmina en la realización de cuatro cualidades que…culminan, finalmente, en la realización de dos cualidades?

Es la (i) atención consciente en la inhalación y exhalación que, cuando es cultivada y desarrollada, culmina con la realización de los (ii) cuatro fundamentos de la atención consciente, los cuales, al ser cultivados y desarrollados, culminan con la realización de los (iii) siete factores del despertar que, a su vez, cultivados y desarrollados culminan, finalmente, con la realización del (iv) claro conocimiento y liberación.

 Y, ¿cómo se cultiva la atención consciente en la inhalación y exhalación, para que culmine en la realización de los cuatro fundamentos de la atención consciente?

Ananda, el monje va al bosque, al pie de un árbol o una casa vacía, ahí se sienta con las piernas cruzadas, manteniendo el cuerpo recto y estableciendo la atención frente a él. Así, permanece atento a la inhalación y exhalación.

(i) Inhalando largo, sabe: estoy inhalando largo; exhalando largo, sabe: estoy exhalando largo. Cuando (ii) inhala corto, sabe: estoy inhalando corto; cuando exhala corto, sabe: estoy exhalando corto. Se entrena de esta manera: (iii) voy a inhalar experimentado el cuerpo entero, voy a exhalar experimentado el cuerpo entero… (iv) voy a inhalar calmando los procesos corporales, voy a exhalar calmando los procesos corporales… (v) voy a inhalar experimentando éxtasis, voy a exhalar experimentando éxtasis… (vi) voy a inhalar experimentando placer, voy a exhalar experimentando placer… (vii) voy a inhalar experimentando los procesos mentales, voy a exhalar experimentando los procesos mentales… (viii) voy a inhalar calmando los procesos mentales, voy a exhalar calmando los procesos mentales… (ix) voy a inhalar experimentando la mente, voy a exhalar experimentando la mente… (x) voy a inhalar con satisfacción en la mente, voy a exhalar con satisfacción en la mente… (xi) voy a inhalar haciendo la mente serenamente inconmovible, voy a exhalar haciendo la mente serenamente inconmovible… (xii) voy a inhalar liberando la mente, voy a exhalar liberando la mente… (xiii) voy a inhalar contemplando la impermanencia, voy a exhalar contemplando la impermanencia… (xiv) voy a inhalar contemplando con desapasionada ecuanimidad, voy a exhalar contemplando con desapasionada ecuanimidad… (xv) voy a inhalar contemplando el cese, voy a exhalar contemplando el cese… (xvi) voy a inhalar contemplando la renuncia y el abandono, voy a exhalar contemplando la renuncia y abandono.

Ananda, cada vez que el monje inhala largo, sabiendo que está inhalando largo, o exhala largo, sabiendo que está exhalando largo; o inhala corto, sabiendo que inhala corto, o exhala corto, sabiendo que exhala corto. Cada vez que se entrena de esta manera: voy a inhalar y exhalar experimentado el cuerpo entero… voy a inhalar y exhalar calmando los procesos corporales, entonces, el monje permanece contemplando el cuerpo en sí mismo, con fervor, clara comprensión y atención consciente, dejando atrás la codicia y aversión por el mundo.

Ananda, cada vez que el monje se entrena de esta manera: voy a inhalar y exhalar experimentando éxtasis… voy a inhalar y exhalar experimentando placer… voy a inhalar y exhalar experimentando los procesos mentales… voy a inhalar y exhalar calmando los procesos mentales, entonces, el monje permanece contemplando las sensaciones en sí mismas, con fervor, clara comprensión y atención consciente, dejando atrás la codicia y aversión por el mundo.

Ananda, cada vez que el monje se entrena de esta manera: voy a inhalar y exhalar experimentando la mente… voy a inhalar y exhalar con satisfacción en la mente… voy a inhalar y exhalar haciendo serenamente inconmovible la mente… voy a inhalar y exhalar liberando la mente, entonces, el monje permanece contemplando la mente en sí misma, con fervor, clara comprensión y atención consciente, dejando atrás la codicia y aversión por el mundo.

Ananda, cada vez que el monje se entrena de esta manera: voy a inhalar y exhalar contemplando la impermanencia… voy a inhalar y exhalar contemplando con desapasionada ecuanimidad… voy a inhalar y exhalar contemplando el cese… voy a inhalar y exhalar contemplando la renuncia y el abandono, entonces, el monje permanece contemplando los fenómenos mentales en sí mismos, con fervor, clara comprensión y atención consciente, dejando atrás la codicia y aversión por el mundo.

De esta manera se cultiva la atención consciente en la inhalación y exhalación, para que culmine en la realización de los cuatro fundamentos de la atención consciente.

 Y, ¿cómo se cultivan los cuatro fundamentos de la atención consciente, para que culminen en la realización de los siete factores del despertar?

Ananda, cada vez que el monje permanece contemplando el cuerpo en sí mismo, con fervor, clara comprensión y atención consciente, dejando atrás la codicia y aversión por el mundo, su atención consciente se vuelve continua y firme. Cuando la atención consciente es continua y firme, aparece la atención consciente como factor del despertar. Entonces, el monje la desarrolla hasta hacerla culminar en su realización.

Ananda, mientras el monje permanece atentamente consciente, examinando e investigando el Dhamma, llega a comprender sus cualidades con discernimiento. Cuando permanece así, atentamente consciente, examinando e investigando el Dhamma, llegando a comprender sus cualidades con discernimiento, aparece la investigación de las cualidades como factor del despertar. Entonces, el monje la desarrolla hasta hacerla culminar en su realización.

Ananda, mientras el monje permanece examinando e investigando el Dhamma, comprendiendo sus cualidades con discernimiento, llega a experimentar una inagotable energía. Cuando permanece así, examinando e investigando el Dhamma, llegando a comprender sus cualidades con discernimiento e inagotable energía, aparece la energía como factor del despertar. Entonces, el monje la desarrolla hasta hacerla culminar en su realización.

Ananda, cuando en el monje aparece esta energía, brota también el éxtasis espiritual. Cuando permanece así, lleno de inagotable energía, aparece el éxtasis como factor del despertar. Entonces, el monje lo desarrolla hasta hacerlo culminar en su realización.

Ananda, el cuerpo y la mente de alguien extasiado de esta manera, se calman. Cuando el cuerpo y la mente están calmados en éxtasis, aparece la tranquilidad como factor del despertar. Entonces, el monje la desarrolla hasta hacerla culminar en su realización.

Ananda, la mente de alguien que está feliz y cuyo cuerpo está calmado, se concentra. Cuando la mente de alguien feliz y calmado, está concentrada, aparece la concentración como factor del despertar. Entonces, el monje la desarrolla hasta hacerla culminar en su realización.

Ananda, estando la mente concentrada, el monje la supervisa con ecuanimidad. Cuando la mente es supervisada con ecuanimidad, aparece la ecuanimidad como factor del despertar. Entonces, el monje la desarrolla hasta hacerla culminar en su realización.

Ananda, cada vez que el monje permanece contemplando las sensaciones en sí mismas... cada vez que permanece contemplando la mente en sí misma... cada vez que permanece contemplando los fenómenos mentales en sí mismos, con fervor, clara comprensión y atención consciente, dejando atrás la codicia y aversión por el mundo, su atención consciente se vuelve continua y firme. Cuando la atención consciente es continua y firme, aparece la atención consciente como factor del despertar… Cuando la mente es supervisada con ecuanimidad, aparece la ecuanimidad como factor del despertar. Entonces, el monje la desarrolla hasta hacerla culminar en su realización.

De esta manera se cultivan los cuatro fundamentos de la atención consciente para que culminen en la realización de los siete factores del despertar.

Y, ¿cómo se cultivan los siete factores del despertar, para que culminen en la realización del claro conocimiento y liberación?

Ananda, el monje cultiva la atención consciente como factor de despertar, apoyado en la reclusión, desapasionamiento, cese y madurez en la liberación. Cultiva la investigación de las cualidades del Dhamma… la energía… el éxtasis… la tranquilidad… la concentración… la ecuanimidad como factor del despertar, apoyado en la reclusión, desapasionamiento, cese y madurez en la liberación.

De esta manera se cultivan los siete factores del despertar para que culminen en la realización del claro conocimiento y liberación.

Esto es lo que el Bienaventurado dijo, entonces el venerable Ananda fue complacido y se deleitó en las palabras del Bienaventurado.
                                                                                                                                                   


Anapanasati Sutta

MN 118 {11M.2.8,144-152}


Esto he escuchado.

En cierta ocasión el Bienaventurado estaba en Savatthi, en el parque oriental del palacio de la madre de Migara, junto a varios de sus discípulos más ancianos y venerables: Sariputta,  Mahamoggallana, Mahakassapa, Mahakaccana, Mahakotthita, Mahakappina, Mahacunda, Anuruddha, Revata, Ananda y otros discípulos mayores.

En esa oportunidad los monjes ancianos enseñaban e instruían a los monjes nuevos. Algunos enseñaban a diez monjes, otros a veinte, otros a treinta o cuarenta monjes. Y los nuevos monjes, habiendo sido enseñados e instruidos por los monjes ancianos, alcanzaban estados de alta diferenciación y discernimiento.

En esa ocasión —Uposatha de luna llena de Pavarana— el Bienaventurado permanecía sentado al aire libre, rodeado del sangha. Observando el silencio de los monjes, les habló así:

Monjes, estoy contento con este avance. Mi mente está contenta con este progreso. Ahora, suscitad más energía para alcanzar lo que no habéis alcanzado, para lograr lo que no habéis logrado y para descubrir lo que no habéis descubierto todavía. Mientras, yo esperaré aquí en Savatthi, hasta el día de luna llena del cuarto mes de Komudi.

Cuando los monjes diseminados por los campos se enteraron de que el Bienaventurado esperaría en Savatthi, hasta la luna llena del cuarto mes de Komudi, emprendieron viaje hacia Savatthi para ver al Bienaventurado.
Entonces, los monjes ancianos enseñaron e instruyeron a los nuevos monjes con mayor ahínco. Algunos enseñaban e instruían a diez monjes, otros a veinte, otros a treinta o cuarenta monjes. Y los nuevos monjes, habiendo sido enseñados e instruidos por los monjes ancianos, alcanzaban estados de alta diferenciación y discernimiento.

Así, llegado el día de Uposatha —noche de luna llena del mes de Komudi—, cuando el Bienaventurado permanecía sentado al aire libre, rodeado de los monjes, observó el silencio del sangha y se dirigió a ellos de esta manera:

Monjes, esta asamblea está libre del bullicio, esta asamblea está libre del habla insustancial. Está establecida en lo esencial. Tal es esta asamblea, este sangha de monjes. Tal asamblea es digna de obsequios, digna de hospitalidad, digna de ofrendas, digna de reverencias, un incomparable campo de méritos para el mundo. Así, un pequeño obsequio, ofrecido a semejante asamblea, se convierte en gran mérito y, un gran obsequio, en un mérito aún mayor. Es poco común semejante asamblea para el mundo. Valdría la pena viajar desde muy lejos, con el equipaje a cuestas, solamente para verla. Tal es este sangha de monjes, tal es esta asamblea.

En este sangha hay monjes que son arahants con todas sus contaminaciones destruidas, que han vivido la vida santa, que han realizado lo que había que hacer, que se han desprendido de la carga, que han alcanzado la propia meta, que han destruido las cadenas de la existencia y se han liberado por completo a través del conocimiento final. Tales son los monjes que hay en este sangha.

En este sangha hay monjes que, con la destrucción de las cinco cadenas menores, reaparecerán en las Moradas Puras y allí alcanzarán el Nibbana sin tener que retornar a este mundo. Tales son los monjes que hay en este sangha.

En este sangha hay monjes que, con la destrucción de las cadenas menores y con el debilitamiento de la codicia, odio y falsa ilusión, son los que retornan una sola vez: regresan una vez más al mundo para poner fin a la insatisfacción. Tales son los monjes que hay en este sangha.

En este sangha hay monjes que, con la destrucción de la codicia, odio y falsa ilusión, entran en la corriente, libres de la perdición, inquebrantables, encaminados hacia el despertar. Tales son los monjes que hay en este sangha.

En este sangha hay monjes que viven dedicados al desarrollo de los cuatro fundamentos de la atención consciente… hay monjes que viven dedicados al desarrollo de las cuatro clases de correcto esfuerzo... al desarrollo de las cuatro bases del poder espiritual... de las cinco facultades... de los cinco poderes... de los siete factores del despertar... del Noble Óctuple Sendero. Tales son los monjes que hay en este sangha.

En este sangha hay monjes que viven dedicados al desarrollo del amor benevolente... de la compasión... de la dicha altruista... de la ecuanimidad... de la meditación sobre la asquerosidad... de la percepción de la transitoriedad. Tales son los monjes que hay en este sangha.

En este Sangha hay monjes que viven dedicados al desarrollo de la atención consciente en la respiración.

Monjes, cuando se desarrolla y cultiva la atención consciente en la respiración, la misma es fructífera y beneficiosa. Cuando se desarrolla y cultiva la atención consciente en la respiración, se realizan los cuatro fundamentos de la atención consciente. Cuando se desarrollan y cultivan los cuatro fundamentos de la atención consciente, se realizan los siete factores del despertar. Cuando se desarrollan y cultivan los siete factores del despertar, se realizan el verdadero conocimiento y liberación.

Y, ¿cómo, monjes, se desarrolla y cultiva la atención consciente en la respiración, de manera tal que sea fructífera y beneficiosa?

He aquí, el monje va al bosque y, debajo de un árbol o choza vacía, se sienta cruzando las piernas, enderezado el cuerpo y estableciendo su atención consciente en frente de él: conscientemente inhala, conscientemente exhala.

Inhalando largo, comprende: (i) estoy inhalando largo; exhalando largo, comprende: estoy exhalando largo. (ii) Inhalando corto, comprende: estoy inhalando corto; exhalando corto, comprende: estoy exhalando corto.

Luego se entrena así: (iii) voy a inhalar experimentado el cuerpo… voy a exhalar experimentado el cuerpo… (iv) voy a inhalar calmando las formaciones corporales… voy a exhalar, calmando las formaciones corporales… (v) voy a inhalar experimentando entusiasmo… voy a exhalar experimentando entusiasmo… (vi) voy a inhalar experimentando placer… voy a exhalar experimentando placer… (vii) voy a inhalar experimentando las formaciones mentales… voy a exhalar experimentando las formaciones mentales… (viii) voy a inhalar calmando las formaciones mentales… voy a exhalar calmando las formaciones mentales… (ix) voy a inhalar experimentando la mente… voy a exhalar experimentando la mente… (x) voy a inhalar con satisfacción en la mente… voy a exhalar con satisfacción en la mente… (xi) voy a inhalar concentrando la mente… voy a exhalar concentrando la mente… (xii) voy a inhalar liberando la mente… voy a exhalar liberando la mente… (xiii) voy a inhalar contemplando la transitoriedad… voy a exhalar contemplando la transitoriedad… (xiv) voy a inhalar contemplando la disolución… voy a exhalar contemplando la disolución… (xv) voy a inhalar contemplando el cese… voy a exhalar contemplando el cese… (xvi) voy a inhalar contemplando el renunciamiento… voy a exhalar contemplando el renunciamiento.

De esta forma, monjes, es como se desarrolla y cultiva la atención consciente en la respiración para que sea fructífera y beneficiosa.

Y, ¿cómo, monjes, cuando se desarrolla y cultiva la atención consciente en la respiración, se realizan los cuatro fundamentos de la atención consciente?

En cualquier ocasión en la que esté, cuando el monje inhala largo, entiende: estoy inhalando largo; y cuando exhala largo, entiende: estoy exhalando largo. Cuando inhala corto, entiende: estoy inhalando corto; y cuando exhala corto, entiende: estoy exhalando corto.

Luego, al entrenarse así: voy a inhalar experimentado el cuerpo… voy a exhalar experimentado el cuerpo… voy a inhalar calmando las formaciones corporales… voy a exhalar calmando las formaciones corporales; el monje permanece contemplando el cuerpo en el cuerpo, fervoroso, plenamente atento y consciente, habiendo dejado atrás la codicia y el pesar por el mundo. Yo digo que, como la inhalación y la exhalación es un cierto tipo de cuerpo entre los cuerpos, en esta ocasión el monje permanece contemplando el cuerpo en el cuerpo, fervorosamente, plenamente atento y consciente, dejando atrás la codicia y pesar por el mundo.

De la misma manera, en cualquier ocasión en la que esté, cuando el monje se entrena así: voy a inhalar experimentando entusiasmo… voy a exhalar experimentando entusiasmo… voy a inhalar experimentando placer… voy a exhalar experimentando placer… voy a inhalar experimentando las formaciones mentales… voy a exhalar experimentando las formaciones mentales… voy a inhalar calmando las formaciones mentales…voy a exhalar calmando las formaciones mentales; el monje permanece contemplando las sensaciones en las sensaciones, fervoroso, plenamente atento y consciente, habiendo dejado atrás la codicia y el pesar por el mundo. Yo digo que, como la inhalación y la exhalación es un cierto tipo de sensación entre las sensaciones, en esta ocasión el monje permanece contemplando las sensaciones en las sensaciones, fervorosamente, plenamente atento y consciente, dejando atrás la codicia y pesar por el mundo.

En cualquier ocasión en la que esté, cuando el monje se entrena así: voy a inhalar experimentando la mente… voy a exhalar experimentando la mente… voy a inhalar con satisfacción en la mente... voy a exhalar con satisfacción en la mente… voy a inhalar concentrando la mente… voy a exhalar concentrando la mente… voy a inhalar liberando la mente… voy a exhalar liberando la mente; el monje permanece contemplando la mente en la mente, fervoroso, plenamente atento y consciente, habiendo dejado atrás la codicia y el pesar por el mundo. Yo digo que, como la inhalación y la exhalación es un cierto tipo de mente entre las mentes, en esta ocasión el monje permanece contemplando la mente en la mente, fervorosamente, plenamente atento y consciente, dejando atrás la codicia y pesar por el mundo. Yo digo que como el desarrollo de la atención consciente en la respiración no es para aquellos que son olvidadizos, ni para quienes no pueden estar plenamente atentos, en esta ocasión el monje permanece contemplando la mente en la mente, con fervor, plenamente atento y consciente, habiendo dejado atrás la codicia y el pesar por el mundo.

En cualquier ocasión en la que esté, cuando el monje se entrena así: voy a inhalar contemplando la transitoriedad… voy a exhalar contemplando la transitoriedad… voy a inhalar contemplando la disolución… voy a exhalar contemplando la disolución… voy a inhalar contemplando el cese… voy a exhalar contemplando el cese… voy a inhalar contemplando el renunciamiento… voy a exhalar contemplando el renunciamiento; el monje permanece contemplando los objetos mentales en los objetos mentales, fervoroso, plenamente atento y consciente, dejando atrás la codicia y el pesar por el mundo. Viendo así, con sabiduría, surge en él una atenta ecuanimidad y permanece contemplando los objetos mentales en los objetos mentales, con fervor, plenamente atento y consciente, habiendo dejado atrás la codicia y el pesar por el mundo.

De esta forma, monjes, es como se desarrolla y cultiva la atención consciente en la respiración para que se realicen los cuatro fundamentos de la atención consciente.

Y, ¿cómo, monjes, cuando se desarrollan y cultivan los cuatro fundamentos de la atención consciente, se realizan los siete factores del despertar?

Monjes, en cualquier ocasión en la que un monje permanece contemplando el cuerpo como cuerpo —fervorosamente, plenamente atento y consciente, habiendo dejado atrás la codicia y el pesar por el mundo— en esa ocasión se establece en él una incesante atención consciente. En cualquier ocasión en la que se establece la incesante atención consciente, en esa misma ocasión surge el factor del despertar de la atención consciente, el cual, mediante desarrollo, llega a realizarse por completo.

Permaneciendo consciente, el monje investiga y examina este estado con sabiduría y se embarca en la averiguación completa de él. Así, surge en su mente el factor del despertar de la investigación de los estados mentales, el cual, mediante desarrollo, llega a realizar por completo.

En alguien que investiga y examina con sabiduría, surge una inagotable energía. En cualquier ocasión en la que aparece esa inagotable energía producto de la investigación y examen, en esa ocasión surge el factor del despertar de la energía, el cual, mediante desarrollo, llega a realizarse por completo.

En quien surgió la energía, surge el entusiasmo espiritual. En cualquier ocasión en la cual surge ese entusiasmo espiritual, en esa  ocasión surge el factor del despertar del entusiasmo, el cual, mediante desarrollo, llega a realizarse por completo.

En alguien que está entusiasmado, el cuerpo y la mente se calman. En cualquier ocasión en la que se calman el cuerpo y la mente, en esa ocasión surge el factor del despertar de la tranquilidad, el cual, mediante desarrollo, llega a realizarse por completo.

En alguien cuyo cuerpo está tranquilo y siente placer, la mente llega a concentrarse. En cualquier ocasión en la que se concentra la mente, en esa ocasión surge el factor del despertar de la concentración, el cual, mediante desarrollo, llega a realizarse por completo.

Entonces el monje observa con atención y ecuanimidad la mente concentrada. En cualquier ocasión en la que se observa con atención y ecuanimidad la mente concentrada, en esa ocasión surge el factor del despertar de la ecuanimidad, el cual, mediante desarrollo, llega a realizarse por completo.

Monjes, en cualquier ocasión, en la cual el monje permanece contemplando las sensaciones como sensaciones —fervorosamente, plenamente atento y consciente, habiendo dejado atrás la codicia y el pesar por el mundo— se establece en él una incesante atención consciente.... investigación… energía… entusiasmo espiritual… tranquilidad… concentración…  Así, en cualquier ocasión en la que el monje observa con atención y ecuanimidad la mente concentrada, en esa ocasión surge en él el factor del despertar de la ecuanimidad, el cual, mediante el desarrollo, llega a realizar por completo.

Monjes, en cualquier ocasión, en la cual el monje permanece contemplando la mente en la mente —fervorosamente, plenamente atento y consciente, habiendo dejado atrás la codicia y el pesar por el mundo—  se establece en él una incesante atención consciente.... investigación… energía… entusiasmo espiritual… tranquilidad… concentración…  Así, en cualquier ocasión en la que el monje observa con atención y ecuanimidad la mente concentrada, en esa ocasión surge en él el factor del despertar de la ecuanimidad, el cual, mediante el desarrollo, llega a realizar por completo.

Monjes, en cualquier ocasión en la cual el monje permanece contemplando los objetos mentales como objetos mentales —fervorosamente, plenamente atento y consciente, habiendo dejado atrás la codicia y el pesar por el mundo— se establece en él una incesante atención consciente.... investigación… energía… entusiasmo espiritual… tranquilidad… concentración…  Así, en cualquier ocasión en la que el monje observa con atención y ecuanimidad la mente concentrada, en esa ocasión surge en él el factor del despertar de la ecuanimidad, el cual, mediante el desarrollo, llega a realizar por completo.

Es así, monjes, cómo se desarrollan y cultivan los cuatro fundamentos de la atención consciente para que se realicen los siete factores del despertar.

Y, ¿cómo, monjes, cuando se desarrollan y cultivan los siete factores del despertar, se realizan el verdadero conocimiento y liberación?

He aquí, el monje desarrolla el factor del despertar de la atención consciente apoyándose en la reclusión, el desapasionamiento y el cese madurado en el renunciamiento. Además, desarrolla el factor del despertar de la investigación… desarrolla el factor del despertar de la energía... desarrolla el factor del despertar del entusiasmo... de la tranquilidad... de la concentración... de la ecuanimidad, apoyándose en la reclusión, el desapasionamiento y el cese madurado en el renunciamiento.

Es así, monjes, cómo se desarrollan y cultivan los siete factores del despertar para realizar el verdadero conocimiento y liberación.

Esto fue lo que el Bienaventurado dijo, entonces los monjes se deleitaron y complacieron en las palabras del Bienaventurado.



                                                                                                                                                   

Contemplación del cuerpo e inmortalidad


Amatavagga 

AN 1,616-627 {15A1.20.1,600 - 12,611}


Monjes, aquellos que no participan de la contemplación del cuerpo, no participan de la inmortalidad; pero aquellos que participan de la contemplación del cuerpo, participan de la inmortalidad.

Monjes, aquellos que no han experimentado la contemplación del cuerpo, no han experimentado la inmortalidad; pero aquellos que han experimentado la contemplación del cuerpo, han experimentado la inmortalidad.

Monjes, aquellos que han descuidado la contemplación del cuerpo, han descuidado la inmortalidad; pero aquellos que no han descuidado la contemplación del cuerpo, no han descuidado la inmortalidad.

Monjes, aquellos que fracasan en la contemplación del cuerpo, fracasan en la inmortalidad; pero aquellos que no fracasan en la contemplación del cuerpo, no fracasan en la inmortalidad.

Monjes, aquellos que son negligentes en la contemplación del cuerpo, son negligentes en la inmortalidad; pero aquellos que son diligentes en la contemplación del cuerpo, son diligentes en la inmortalidad.

Monjes, aquellos que han olvidado la contemplación del cuerpo, han olvidado la inmortalidad; pero aquellos que han olvidado la contemplación del cuerpo, no han olvidado la inmortalidad.

Monjes, aquellos que no han practicado la contemplación del cuerpo, no han practicado la inmortalidad; pero aquellos que han practicado la contemplación del cuerpo, han practicado la inmortalidad.

Monjes, aquellos que no han cultivado la contemplación del cuerpo, no han cultivado la inmortalidad; pero aquellos que han cultivado la contemplación del cuerpo, han cultivado la inmortalidad.

Monjes, aquellos que no han progresado en la contemplación del cuerpo, no han progresado en la inmortalidad; pero aquellos que han progresado en la contemplación del cuerpo, han progresado en la inmortalidad.

Monjes, aquellos que no han conocido directamente la contemplación del cuerpo, no han conocido directamente la inmortalidad; pero aquellos que han conocido directamente la contemplación del cuerpo, han conocido directamente la inmortalidad.

Monjes, aquellos que no han comprendido completamente la contemplación del cuerpo, no han comprendido completamente la inmortalidad; pero aquellos que han comprendido completamente la contemplación del cuerpo, han comprendido completamente la inmortalidad.

Monjes, aquellos que no han realizado la contemplación del cuerpo, no han realizado la inmortalidad; pero aquellos que han realizado la contemplación del cuerpo, han realizado la inmortalidad.





Kayagatasati Sutta 

MN 119 {11M.2.9,153-159}


Así lo he oído.

En cierta ocasión el Bienaventurado residía en Savatthi, en la arboleda de Jeta del parque de Anathapindika. Allí había muchos monjes que, habiendo regresado de recolectar la comida de las limosnas y después de comer, estaban sentados en la sala de reuniones. Entonces surgió el siguiente tema de conversación:

Es maravilloso, es extraordinario, amigos —como dice el Bienaventurado que, santo y completamente iluminado, conoce y ve—, la atención al cuerpo, cultivada y practicada con frecuencia, da mucho fruto y es beneficiosa.

Pero entonces la conversación se interrumpió, pues el Bienaventurado, concluido su retiro vespertino, fue a la sala de reuniones donde entró y se sentó en el asiento para él preparado. Entonces ya sentado, el Bienaventurado preguntó a los monjes:

Monjes, ¿cuál era el tema de conversación mientras estaban sentados? ¿Qué tema de conversación he interrumpido?

He aquí venerable señor, que, después de comer la comida donada, estando sentados en la sala de reuniones surgió el siguiente tema de conversación: es maravilloso, es extraordinario, la atención al cuerpo cultivada y practicada con frecuencia, da mucho fruto y es beneficiosa. Este era, venerable señor, el tema de conversación interrumpido cuando llegó el Bienaventurado.

¿Y cómo, monjes —dijo el Bendito—, hay que cultivar y practicar con perseverancia la atención al cuerpo para que dé fruto y sea beneficiosa?

He aquí, monjes, el monje va al bosque, al pie de un árbol o a un lugar solitario, se sienta, cruza las piernas y yergue su cuerpo inspirando y espirando con atención.

Al inspirar profundamente, sabe: inspiro profundamente. Al espirar profundamente, sabe: espiro profundamente. Al inspirar ligeramente, sabe: inspiro ligeramente. Al espirar ligeramente, sabe: espiro ligeramente. Se ejercita así: consciente de todo el cuerpo, inspiraré… consciente de todo el cuerpo, espiraré… calmando la actividad corporal, inspiraré… calmando la actividad corporal, espiraré. Así vive diligente, fervoroso y resuelto, renunciando a las tendencias e intenciones propias de la vida hogareña. Renunciando a ellas la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y concentra.

Así es, monjes, como un monje cultiva la atención al cuerpo.

Asimismo, cuando un monje camina, sabe: estoy caminando. Cuando está de pie, sabe: estoy de pie. Cuando está sentado, sabe: estoy sentado. Cuando está tumbado, sabe: estoy tumbado. Y así sucesivamente, según sea la postura que su cuerpo adopte. Así vive diligente, fervoroso y resuelto, renunciando a las tendencias e intenciones propias de la vida hogareña. Renunciando a ellas la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y concentra.

Así es, monjes, como un monje cultiva la atención al cuerpo.

Asimismo, monjes, un monje actúa con plena lucidez en todo lo que hace, ya sea yendo o viniendo, mirando hacia adelante o a su alrededor; encogiéndose, estirándose, llevando la túnica, el cuenco o el manto, comiendo, bebiendo, saboreando, masticando, defecando, orinando, caminando, permaneciendo de pie, sentado, dormido o despierto, hablando o en silencio, siempre actúa con plena lucidez. Así vive diligente, fervoroso y resuelto… la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y concentra.

Así es, monjes, como un monje cultiva la atención al cuerpo.

Asimismo, monjes, un monje examina su propio cuerpo de la planta de los pies hasta la cabeza y de la cabeza hasta la planta de los pies. Lo percibe envuelto en la piel, lleno de impurezas y piensa así: en este cuerpo hay pelos, uñas, dientes, piel, carne, tendones, huesos, tuétano, riñones, corazón, hígado, pleura, bazo, pulmones, intestinos, mesenterio, estómago, heces, bilis, flemas, pus, sangre, sudor, grasa, lágrimas, saliva, mocos, fluidos y orina. Es como un saco con dos aberturas, lleno de diversas clases de grano, arroz de montaña, arroz corriente, alubias, guisantes, sésamo, arroz perlado. Entonces un hombre, de buena vista, lo abre, examina y dice: este es arroz de montaña, este es arroz corriente, estas son alubias, estos guisantes, sésamo o arroz perlado. De la misma manera, el monje examina su propio cuerpo de las plantas de los pies hasta la coronilla y de la coronilla hacia abajo, como envuelto en piel y lleno de impurezas. Así vive diligente, fervoroso y resuelto… la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y concentra.

Así es, monjes, como un monje cultiva la atención al cuerpo.

Asimismo, monjes, he aquí que un monje examina su propio cuerpo, en cualquier lugar o posición que se encuentre, considerando sus elementos primordiales: en este cuerpo está el elemento tierra, el elemento agua, el elemento fuego y el elemento aire. Como un carnicero experto que, tras sacrificar una vaca y dividirla en partes, se pone a venderla, de la misma manera el monje examina su propio cuerpo en cualquier lugar o posición que se encuentre, considerando sus elementos primordiales. Así vive diligente, fervoroso y resuelto… la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y concentra.

Así es, monjes, como un monje cultiva la atención al cuerpo.

Asimismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo que lleva un día muerto, dos días muerto o tres días muerto, hinchado, amoratado y putrefacto, tirado en el cementerio… cuando ve un cuerpo que está siendo devorado por los cuervos, los gavilanes, los buitres, los perros, los leopardos, los tigres, los chacales o por diversas clases de gusanos… cuando ve un cuerpo reducido a un esqueleto unido tan sólo por los tendones y con restos de carne sanguinolenta… sin carne pero aún embadurnado de sangre... sin carne y sin sangre... huesos sueltos esparcidos en todas las direcciones… huesos mondos y blanqueados como una concha... huesos de más de un año... huesos podridos o reducidos a polvo; en cada caso aplica esta percepción a su propio cuerpo, pensando: en verdad que también mi cuerpo tiene la misma naturaleza, no escapará a este fin y acabará del mismo modo. Así vive diligente, fervoroso y resuelto… la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y concentra.

Así es, monjes, como un monje cultiva la atención al cuerpo.

Asimismo, monjes, apartado del deseo de los sentidos, apartado de lo que es perjudicial, el monje alcanza y permanece en el primer jhana, estado en el que hay gozo y felicidad —acompañados de pensamiento dirigido y sostenido— nacidos del apartamiento. Entonces, él llena, inunda, colma e impregna su cuerpo de gozo y felicidad nacidos del apartamiento, hasta que no quede ninguna parte de su cuerpo que no esté embebido de este gozo y felicidad. Monjes, al igual que un encargado  de los baños, habiendo echando jabón en polvo en una vasija, lo mezcla con agua y amasa hasta que todo el jabón quede bien impregnado de agua, húmedo y untuoso, pero sin gotear; del mismo modo el monje llena, inunda, colma e impregna su cuerpo de gozo y felicidad nacidos del apartamiento, de modo que no quede ninguna parte de su cuerpo que no esté embebido de este gozo y felicidad. Así vive diligente, fervoroso y resuelto… la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y concentra.

Asimismo, monjes, al cesar el pensamiento dirigido y sostenido, el monje alcanza y permanece en el segundo jhana, en el que hay gozo y felicidad nacidos de la concentración —libres de pensamiento dirigido y sostenido—, acompañados de unificación mental y serenidad interior. Entonces, él llena, inunda, colma e impregna su cuerpo de gozo y felicidad nacidos de la concentración, hasta que no quede ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida de gozo y felicidad nacidos de la concentración. Monjes, es como un lago cuyas aguas brotan de la profundidad, donde no hay corrientes de agua que lleguen a él desde ningún punto cardinal, ni lluvias que caigan sobre él; y la corriente de agua fría que brota desde lo profundo llena, inunda, colma e impregna todo el lago, de modo que no queda ninguna parte del lago que no esté llena de esta agua fría; del mismo modo, el monje llena, inunda, colma e impregna su cuerpo del gozo y felicidad nacidos de la concentración, hasta que no quede ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida de este gozo y felicidad. Así vive diligente, fervoroso y resuelto… la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y concentra.

Asimismo, monjes, al desvanecerse el gozo, el monje permanece atento, lúcido y ecuánime, experimentando con el cuerpo aquel estado que los nobles definen como: vivir feliz, atento y ecuánime; con lo cual alcanza y permanece en el tercer jhana. Entonces, él llena, inunda, colma e impregna su cuerpo de felicidad sin gozo, hasta que no quede ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida de esta felicidad. Monjes, al igual que en un estanque de lotos —azules, rojos o blancos—, hay algunos que nacen, nutren y crecen en el agua, sin alcanzar la superficie, y así sumergidos desde las puntas de los pétalos hasta las raíces, permanecen inundados, colmados e impregnados de agua, de modo que no queda ninguna parte de ellos que no esté embebida en agua fría; del mismo modo, el monje inunda, colma e impregna su cuerpo de felicidad sin gozo, de manera tal que no quede ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida de esa felicidad sin gozo. Así vive diligente, fervoroso y resuelto… la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y concentra.

Asimismo, monjes, al renunciar al placer, al renunciar al dolor —previa desaparición de la alegría y aflicción—, el monje alcanza y permanece en el cuarto jhana, sin dolor ni placer, completamente purificado por la atención consciente y ecuanimidad. Así, él permanece sentado, impregnando su cuerpo de esa mente limpia y purificada por la atención consciente y ecuanimidad, de modo que no quede ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida de esa mente completamente pura y limpia. Es como un hombre que se sienta y cubre —desde la cabeza a los pies— con una tela blanca, de modo que no queda ninguna parte de su cuerpo sin cubrir; del mismo modo, el monje permanece sentado impregnando su cuerpo de esa mente limpia, purificada por la atención consciente y ecuanimidad, de manera tal que no queda ninguna parte de su cuerpo que no esté embebida de esa mente completamente pura y limpia. Así vive diligente, fervoroso y resuelto, renunciando a las tendencias e intenciones propias de la vida hogareña. Renunciando a ellas la mente se equilibra interiormente, se asienta, se unifica y concentra.

Así es, monjes, como un monje cultiva la atención al cuerpo.

Monjes, el que cultiva y practica con perseverancia la atención al cuerpo, tiene dentro de sí los estados mentales beneficiosos que conducen al conocimiento verdadero. Al igual que aquel que contempla el ancho mar tiene conocimiento de las corrientes que confluyen dentro de él, así, quien cultiva y practica con perseverancia la atención al cuerpo, tiene dentro de sí los estados mentales beneficiosos que conducen al conocimiento verdadero. El monje que no cultiva y practica con perseverancia la atención al cuerpo, se expone al mal y está a su disposición.

Monjes, es como si uno arrojara una pesada piedra sobre arcilla húmeda. ¿Qué les parece? ¿Penetraría la piedra la arcilla húmeda?

Sí, venerable señor.

Pues, del mismo modo, el monje que no cultiva y practica con perseverancia la atención al cuerpo, se expone al mal y está a su disposición.

Monjes, es como si hubiera un trozo de madera seca e inflamable, entonces llegara un hombre con un palo para encender fuego. ¿Qué les parece? ¿Podría ese hombre, frotando el palo contra el trozo de madera seca e inflamable, encender una hoguera?...  Monjes, es como si hubiera una jarra vacía y llegara un hombre con un garrafón lleno de agua. ¿Qué les parece? ¿Podría ese hombre verter agua del garrafón dentro de la jarra?

Sí, venerable señor.

Pues, de igual manera, el monje que no cultiva y practica con perseverancia la atención al cuerpo, se expone al mal y está a su disposición.

Pero el monje que cultiva y practica con perseverancia la atención al cuerpo, no se expone al mal y no está a su disposición.

Monjes, es como un hombre que arrojara un ovillo de hilo contra una puerta de madera maciza. ¿Qué les parece? ¿Penetraría el ovillo de hilo la puerta de madera maciza?

No, venerable señor.

Pues, de igual modo, el monje que cultiva y practica con perseverancia la atención al cuerpo, no se expone al mal y no queda a su disposición.

Monjes, es como si hubiera un trozo de madera verde y húmeda, entonces llegara un hombre con un palo para encender fuego. ¿Qué les parece? ¿Podría ese hombre, frotando el palo contra el trozo de madera verde y húmeda, encender una hoguera?... Monjes, es como si hubiera una jarra llena hasta el borde, entonces llegara un hombre con un garrafón de agua. ¿Qué les parece? ¿Podría ese hombre verter agua desde el garrafón a la jarra?

No, venerable señor.

Pues, del mismo modo, el monje que cultiva y practica con perseverancia la atención al cuerpo, no se expone al mal y no queda a su disposición.

Monjes, el monje que cultiva y practica con perseverancia la atención al cuerpo, cuando lleva su mente a experimentar con conocimiento superior —cualquier estado experimentable por conocimiento superior—, tiene la capacidad de ver por sí mismo cualquier aspecto, pues dispone de una buena base.

Monjes, es como si hubiera una jarra llena de agua hasta el borde y llegara un hombre y la moviera bruscamente. ¿Qué les parece? ¿Se derramaría el agua?... Monjes, es como si hubiera un estanque —contenido por bordes de terraplén—, tan rebosante de agua que hasta un pájaro podría beber en él, entonces, llegara un hombre fuerte y abriera una brecha en uno de los bordes. ¿Qué les parece? ¿Saldría el agua por la brecha?

Sí, venerable señor.

Pues, de igual modo, el monje que cultiva y practica con perseverancia la atención al cuerpo, cuando lleva su mente a experimentar por conocimiento superior —cualquier estado experimentable por conocimiento superior—, tiene la capacidad de ver por sí mismo cualquiera de sus aspectos, pues dispone de una buena base.

Monjes, es como si en una encrucijada de caminos hubiera un carruaje tirado por caballos de pura sangre, entonces, llegara un auriga diestro en la doma de caballos y, fusta en mano, se subiera al carruaje, tomara las riendas y fuera sobre el carruaje de aquí para allá, como quisiera.

Pues, de la misma manera, el monje que cultiva y practica con perseverancia la atención al cuerpo, cuando lleva su mente a experimentar por conocimiento superior —cualquier estado experimentable por conocimiento superior—, tiene la capacidad de ver por sí mismo cualquiera de sus aspectos, pues dispone de una buena base.

Monjes, la atención al cuerpo cultivada frecuentemente, practicada con perseverancia, tomada como vehículo y base, bien emprendida, realizada y perfeccionada, produce diez beneficios:

(i) Se supera lo agradable y lo desagradable. Cuando surgen lo agradable y lo desagradable, éstos no se apoderan de uno.

(ii) Se supera el miedo y la angustia. Cuando surgen el miedo y la angustia, éstos no se apoderan de uno.

(iii) Se soporta el frío y el calor, el hambre y la sed, el contacto con el viento, el sol, las moscas, mosquitos y reptiles. Se soporta pacientemente el surgir de sensaciones corporales dolorosas, penetrantes, agudas, punzantes, desagradables y penosas. Se soportan las formas de hablar hostiles e inoportunas.

(iv) Se alcanza, sin esfuerzo ni dificultad, la elevación de la mente propia de los cuatro jhanas, con las cuales se vive feliz en este mismo mundo.

(v) Se obtienen facultades paranormales: siendo uno se hace muchos, siendo muchos se hace uno; aparece y desaparece a voluntad; pasa sin encontrar resistencia a través de paredes, muros y montañas; se hunde en la tierra o emerge de ella como si fuera agua; camina sobre el agua sin hundirse como si fuera tierra; vuela sentado, con las piernas cruzadas, a través del espacio; toca con la mano al sol y la luna; llega con el poder de su cuerpo hasta el mundo de Brahma.

(vi) Con el oído divino, purificado y sobrehumano, oye los sonidos humanos y los divinos, tanto los lejanos como los cercanos.

(vii) Se percibe, con la propia mente, la mente de los otros seres. Se conoce cuando una mente tiene o no tiene pasión… tiene o no tiene odio… está o no está ofuscada… disminuida… distraída… desarrollada… no desarrollada… conoce una mente en estado superable o insuperable… concentrada o no concentrada… liberada o no liberada.

(viii) Se recuerdan las vidas anteriores —un nacimiento, dos nacimientos, tres… diez… cien… mil… muchos ciclos cósmicos de contracción y expansión—, con todas sus características y detalles.

(ix) Con el ojo divino, purificado y sobrehumano, se ve a los seres falleciendo y reapareciendo según su kamma: inferiores y superiores, bellos y feos, afortunados y desafortunados.

(x) Se experimenta, por medio del propio conocimiento superior —en este mismo mundo—, la aniquilación de las corrupciones. Se alcanza y permanece en la liberación de la mente por la sabiduría inmaculada.

Monjes, estos son los diez beneficios que cabe esperar de la atención al cuerpo cultivada frecuentemente, practicada con perseverancia, tomada como vehículo y base, bien emprendida, realizada y perfeccionada.

Así habló el Bienaventurado, y los monjes, regocijados, se complacieron con sus palabras.