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Las cuatro nobles verdades


Saccavibhanga Sutta 

MN 141 {11M.4.11}


Esto he escuchado.

En una ocasión, el Bienaventurado estaba morando en Baranasi, en el Parque de los Venados de Isipatana. Estando ahí, el Bienaventurado se dirigió a los monjes de esta manera:

En Baranasi, monjes, en el Parque de los Venados de Isipatana, el Tathagata —el Realizado, el Plenamente Despierto—, puso en movimiento la incomparable Rueda del Dhamma, la cual no puede ser frenada por ningún asceta, brahmán, deva, Mara o Brama, ni por nadie en este mundo, a saber: la enseñanza, la descripción, el establecimiento, la revelación, la exposición y exhibición de las Cuatro Nobles Verdades. ¿Cuáles cuatro?

La enseñanza, la descripción, la revelación y exposición de (i) la noble verdad del sufrimiento.  La enseñanza, la descripción, la revelación y exposición de (ii) la noble verdad del origen del sufrimiento. La enseñanza, la descripción, la revelación y exposición de (iii) la noble verdad del cese del sufrimiento. La enseñanza, la descripción, la revelación y exposición de (iv) la noble verdad del sendero que conduce al cese del sufrimiento.

En Baranasi, monjes, en el Parque de los Venados de Isipatana, el Tathagata —el Realizado, el Plenamente Despierto—, puso en movimiento la incomparable Rueda del Dhamma, la cual no puede ser frenada por ningún asceta, brahmán, deva, Mara o Brama, ni por nadie en este mundo, a saber: la enseñanza, la descripción, el establecimiento, la revelación, la exposición y exhibición de estas Cuatro Nobles Verdades.

Monjes, cultiven la amistad con Sariputta y Moggallana; asóciense, monjes, con Sariputta y Moggallana. Ellos son sabios y sirven de ayuda a sus compañeros de la vida santa. Sariputta es como una madre y, Moggallana, como una nodriza. Sariputta enseña a otros cómo alcanzar el fruto de la «entrada en la corriente» y, Moggallana, la meta suprema. Sariputta, monjes, es capaz de enseñar, describir, establecer, revelar, exponer y exhibir las Cuatro Nobles Verdades.

Esto fue lo que dijo el Bienaventurado y, habiendo dicho esto, el Sublime se levantó de su asiento y entró en su morada.


 Entonces, una vez que el Bienaventurado se hubo retirado, el Venerable Sariputta se dirigió a los monjes con estas palabras:

Amigos monjes, en Baranasi, en el Parque de los Venados de Isipatana, el Tathagata —el Realizado, el Plenamente Despierto—, puso en movimiento la incomparable Rueda del Dhamma, la cual no puede ser frenada por ningún asceta, brahmán, deva, Mara o Brama, ni por nadie en este mundo, a saber: la enseñanza, la descripción, el establecimiento, la revelación, la exposición y exhibición de las Cuatro Nobles Verdades. ¿Cuáles cuatro?

El anuncio, la enseñanza, la descripción, el establecimiento, la revelación, la exposición y la exhibición de la noble verdad del sufrimiento…, de la noble verdad del origen del sufrimiento..., de la noble verdad del cese del sufrimiento... de la noble verdad del camino que conduce al cese del sufrimiento.

¿Y qué es, amigos, la noble verdad del sufrimiento? El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la muerte es sufrimiento. El pesar, el lamento, el dolor, la aflicción y la desesperanza son sufrimiento. No obtener lo deseado es sufrimiento. En resumen: los cinco cúmulos del apego, son sufrimiento.

¿Y qué es el nacimiento, amigos? El nacimiento dentro de varias clases de seres, la llegada a la existencia, el engendramiento, la manifestación de los cinco cúmulos y la obtención de las bases del contacto. Esto es el nacimiento.

¿Y qué es la vejez, amigos? La vejez dentro de  varias clases de seres, la senilidad, la caída de los dientes, la aparición de las canas, las arrugas de la piel, el declive de la vida y el debilitamiento de las facultades. Esto es la vejez.

¿Y qué es la muerte, amigos? El fin de la existencia dentro de varias clases de seres, el fallecimiento, la desaparición, la culminación del tiempo, la disolución de los cinco cúmulos y la deposición del cuerpo. Esto es la muerte.

¿Y qué es, amigos, el pesar? El pesar, la congoja, el tormento, la agonía interno, la angustia de quien experimenta algún infortunio o ha sido afectado por algún estado penoso. Esto es el pesar.

¿Y qué es, amigos, el lamento? La queja, el llanto, el gemido, el clamor y el descontento de quien experimenta algún infortunio o ha sido afectado por algún estado lamentable. Esto es el lamento.

¿Y qué es, amigos, el dolor? El dolor físico, la enfermedad corporal, toda sensación desagradable producto del contacto corporal. Esto es el dolor.

¿Y qué es, amigos, la aflicción? La congoja mental, el malestar mental, toda sensación desagradable producto del contacto con la mente. Esto es la  aflicción.

¿Y qué es, amigos, la desesperanza? El desaliento, la tribulación, la desesperación, el desánimo y abatimiento de quien experimenta algún infortunio o ha sido afectado por algún estado de pérdida. Esto es la desesperanza.

¿Amigos y qué significa que no obtener lo deseado es sufrimiento? Significa que, aunque los seres deseen evitar el nacimiento —la vejez, la enfermedad, la muerte, el pesar, el lamento, el dolor, la aflicción y la desesperanza—, como esto no es algo que se obtenga simplemente deseando, el no obtenerlo genera sufrimiento.

¿Y qué significa, amigos, que los cinco cúmulos del apego son sufrimiento? Significa que, como los cúmulos de las formas materiales —de las sensaciones, de las percepciones, de las formaciones mentales y de los estados de consciencia— son afectados por el apego, entonces los cinco cúmulos del apego son sufrimiento.

Esta es la noble verdad del sufrimiento.

¿Y qué es, amigos, la noble verdad del origen sufrimiento? Es la avidez, el apetito que trae la perpetuación de los seres, acompañada del deleite y la codicia que hace complacerse en esto y aquello, es decir, la avidez por los placeres sensuales, la avidez por la existencia, la avidez por la no-existencia.

Esta es la noble verdad del origen del sufrimiento.

¿Y qué es, amigos, la noble verdad del cese del sufrimiento? Es la disolución y cese, la extinción, el renunciamiento, el dejar ir y el abandono de esta misma avidez.

Esta es la noble verdad del cese del sufrimiento.

¿Y qué es, amigos, la noble verdad del sendero que conduce al cese del sufrimiento? Es el Noble Óctuple Sendero, es decir, el correcto punto de vista o comprensión, la correcta intención o pensamiento, la correcta forma de hablar, la correcta acción, la correcta forma de vida, el correcto esfuerzo, la correcta atención consciente y la correcta concentración.

¿Y qué es el correcto punto de vista o comprensión? El conocimiento sobre el sufrimiento, el conocimiento sobre el origen del sufrimiento, el conocimiento sobre el cese del sufrimiento y el conocimiento sobre el sendero que conduce al cese del sufrimiento. Este es el correcto punto de vista.

¿Y qué es la correcta intención o pensamiento? La intención de renunciar [a lo insalubre], la intención de tener buena voluntad y no hacer daño [a otros]. Esta es la correcta intención.

¿Y qué es la correcta forma de hablar? Abstenerse de hablar falsamente, abstenerse de hablar maliciosamente, abstenerse de hablar áspera y duramente. Abstenerse de hablar superficialmente. Esta es la correcta forma de hablar.

¿Y qué es la correcta acción? Abstenerse de matar a otros seres, abstenerse de tomar aquello que no le ha sido dado y abstenerse de una conducta inadecuada en relación a los placeres sensuales. Esto es correcta acción.

¿Y qué es la correcta forma de vida? He aquí, el noble discípulo abandona toda acción incorrecta para sustentar su vida y se gana la vida a través de la acción correcta. Esto es correcta forma de vida.

¿Y qué es el correcto esfuerzo? He aquí, (i) el monje despierta en sí mismo el propósito de no permitir que surjan en su mente estados mentales perjudiciales: aplica enérgico esfuerzo y ejercita su mente en esto. (ii) Despierta en sí mismo el propósito de abandonar los estados mentales perjudiciales que hayan surgido en su mente... (iii) Despierta en sí mismo el propósito de hacer surgir estados mentales saludables que aún no han surgido… (iv) Despierta en sí mismo el propósito de no permitir que desparezcan los estados mentales saludables que ya han surgido en su mente: aplica enérgico esfuerzo y ejercita su mente en esto. Este es el correcto esfuerzo.

¿Y qué es la correcta atención consciente? He aquí, el monje mora contemplando (i) el cuerpo, vehementemente, plenamente consciente y atento, dejando atrás la codicia y el disgusto por el mundo. Mora contemplando (ii) las sensaciones… (iii) la mente… (iv) los fenómenos mentales, vehementemente, plenamente consciente y atento, dejando atrás la codicia y el disgusto por el mundo. Esta es la correcta atención consciente.

¿Y qué es la correcta concentración? He aquí, el monje separado de la sensualidad, separado de los perjudiciales estados mentales, entra y permanece en (i) el primer jhana, acompañado de un pensamiento aplicado y sostenido, lleno de arrobamiento y placer nacidos del aislamiento. Logrando la calma mental y la unificación de la mente, entra y permanece en (ii) el segundo jhana, caracterizado por la auto-confianza y unificación mental, lleno de arrobamiento y placer nacidos del aislamiento, pero libre de pensamiento aplicado y sostenido. Al extinguirse el arrobamiento entra y permanece en (iii) el tercer jhana, ecuanimidad, atención consciente y clara comprensión, sensible a la sensación de placer, estado del cual los nobles han declarado: feliz aquel que mora en la ecuanimidad y la atención consciente. Al abandonar el placer como la pena, con la anterior desaparición de la alegría y tristeza, el monje entra y permanece en (iv) el cuarto jhana, más allá del placer y la pena, purificado por la ecuanimidad y atención consciente. Esta es la correcta concentración.

Hasta aquí la noble verdad del sendero que conduce al cese del sufrimiento.

En Baranasi, amigos, en el Parque de los Venados de Isipatana, el Tathagata —el Realizado, el Plenamente Despierto— puso en movimiento la incomparable Rueda del Dhamma, la cual no puede ser frenada por ningún asceta, brahmán, deva, Mara o Brama, ni por nadie en este mundo, a saber: la enseñanza, la descripción, el establecimiento, la revelación, la exposición y exhibición de las Cuatro Nobles Verdades.

Estos fue lo que dijo el Venerable Sariputta, y los monjes se deleitaron y sintieron satisfechos por sus palabras.