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Samathavipassana: serena concentración y visión profunda


Vipassanañana 

DN 2,4 {6D.2.4.3.3.1,234-235}


Con mente concentrada, purificada y brillante, sin manchas, libre de impurezas, maleable, flexible, firme e imperturbable, el monje dirige y orienta su mente hacia el conocimiento y la visión profunda. Entonces discierne así: este cuerpo mío es material, compuesto de los cuatro elementos primarios, nacido de padre y madre, condicionado por el alimento, impermanente, dividido en partes, sujeto a disolución y dispersión… y mi consciencia está ligada a este cuerpo y depende de él.

Como una piedra preciosa perfectamente pulida en sus ocho lados —clara, brillante, sin defecto, admirable en todos los aspectos, colgada de un cordón azul, amarillo, rojo, blanco o anaranjado—, que un hombre dotado de buena vista toma en su mano e inspecciona diciendo: esta piedra preciosa está perfectamente pulida, es clara, brillante, sin defecto, admirable y cuelga de un cordón azul, amarillo, rojo, blanco o anaranjado; de la misma manera el monje, con mente concentrada, purificada, brillante, sin manchas, libre de impurezas, maleable, flexible, firme e imperturbable, dirige y orienta su mente hacia el conocimiento y la visión profunda. Entonces discierne así: este cuerpo mío es material, compuesto de los cuatro elementos primarios, nacido de padre y madre, condicionado por el alimento, impermanente, dividido en partes, sujeto a disolución y dispersión… y mi consciencia está ligada a este cuerpo y depende de él.

Este es un fruto de la vida contemplativa visible aquí y ahora, más sublime y más perfecto que otros.


Samathavipassana Sutta 

SN 43,2 {13S4.9.1.2,367}


Monjes, voy a enseñarles acerca de lo incondicionado y el camino que conduce a lo incondicionado. Presten atención que voy a hablar:

¿Qué es, monjes, lo incondicionado? La destrucción de la avidez, la destrucción del odio, la destrucción de la falsa ilusión: esto es, monjes, lo incondicionado.

¿Y cuál es, monjes, el camino que conduce a lo incondicionado? La serena concentración y la visión profunda: este es, monjes, el camino que conduce a lo incondicionado.

Así les he enseñando, monjes, acerca del destino final y el camino que conduce al destino final. Éstas son mis instrucciones para ustedes. Cualquier cosa que debería hacer un maestro —por causa de su compasión hacia sus discípulos, deseoso de su bienestar—, yo lo he hecho por ustedes. Ahí están las bases de los árboles, allá las chozas vacías. Mediten, no sean negligentes, que no tengan que arrepentirse más tarde. En esto consiste mi instrucción para ustedes.




Tatiyasamadhi Sutta 

AN 4,94 {15A4.2.5.4,94}


Monjes, pueden haber cuatro tipo de individuos en el mundo. ¿Cuáles cuatro?

He aquí, monjes, está el individuo que ha adquirido calma mental,  pero no visión profunda, es decir, un agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos. Está también el individuo que ha adquirido la visión profunda, este agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos, pero no la calma mental. Está también, monjes, el individuo que no ha adquirido calma mental ni una visión profunda de los fenómenos; y está aquel que adquirió ambos: calma mental y un agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos.

Monjes, estos son los cuatro tipos de individuos que se pueden encontrar en el mundo.

Aquel individuo que adquirió calma mental, pero no un agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos, deberá esforzarse para desarrollar lo primero y alcanzar lo segundo. Entonces, tiempo después, será un individuo que habrá alcanzado a ambos.

Aquel individuo que adquirió un agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos, pero no adquirió calma mental, deberá esforzarse para desarrollar lo primero y alcanzar lo segundo. Entonces, tiempo después, será un individuo que habrá alcanzado a ambos.

Pero aquel individuo que no ha adquirido calma mental ni un agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos, deberá poner un deseo y esfuerzo intenso, una energía, impulso y fluida atención consciente para alcanzar ambos estados provechosos.

Así, como alguien con la cabeza o turbante ardiendo en llamas, pone un intenso deseo, esfuerzo, energía y atención para extinguir el fuego; así también, se debe poner todo el deseo, esfuerzo, energía, impulso y atención consciente para alcanzar estos estados provechosos y, de esta manera, destruir las impurezas.

Monjes, aquel que adquirió la calma mental pero no tiene un agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos, debería acercarse a otro individuo que sí lo ha adquirido y preguntarle cómo deberían ser considerados los fenómenos, cómo deberían ser investigados y cómo deberían ser vistos con perspicacia. Así, éste le expondría lo que él mismo ha visto y experimentado: así deberán considerarse los fenómenos, así deberán ser investigados… así deberán ser vistos con perspicacia.

De esta manera, tiempo después, él mismo será uno que habrá alcanzado tanto la concentrada calma mental como la visión profunda del agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos.

Monjes, aquel individuo que adquirió un agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos, pero no adquirió calma mental, debería acercarse a otro individuo que sí la ha adquirido y preguntarle cómo debería tranquilizar la mente, cómo debería unificarla y cómo debería concentrar la mente. Así, éste le expondría lo que él mismo ha visto y experimentado: así deberá tranquilizarse la mente, así se le deberá unificar… así deberá concentrarse la mente.

De esta manera, tiempo después, él mismo será uno que habrá alcanzado tanto la concentrada calma mental como la visión profunda del agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos.

Monjes, aquel individuo que no ha adquirido la calma mental ni la visión profunda de los fenómenos, debería acercarse a otro individuo que sí las ha adquirido y preguntarle cómo debería tranquilizarse la mente, cómo se le debería unificar, cómo debería concentrarse la mente, cómo deberían ser considerados los fenómenos, cómo deberían ser investigados y cómo deberían ser vistos con perspicacia. Así, éste le expondría lo que él mismo ha visto y experimentado: así deberá tranquilizarse la mente, así se le deberá unificar y concentrar… así deberán ser considerados los fenómenos, así deberán ser investigados y vistos con perspicacia.

De esta manera, tiempo después, él mismo será uno que habrá alcanzado tanto la concentrada calma mental como la visión profunda del agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos.

Finalmente, aquel individuo que ha adquirido tanto la calma mental como el agudo discernimiento perspicaz de los fenómenos, deberá fortalecer estos saludables estados y, de esta manera, destruir toda impureza mental.

Monjes, estos son los cuatro tipos de individuos que se pueden encontrar en el mundo.


Yugaddhana Sutta 

AN 4,170 {15A4.4.2.10,170}


En cierta ocasión el venerable Ananda estaba residiendo en Kosambi, en el monasterio de Ghosita. Allí se dirigió a los monjes:

Amigos, quienquiera que sea —monje o monja— que declare el logro del estado de arahant en mi presencia, lo hace mediante uno de estos cuatro caminos. ¿Cuáles cuatro?

(i) Es el caso del monje que ha desarrollado la clara visión, la visión profunda, precedida por la concentrada tranquilidad. A medida que desarrolla la clara visión, precedida de la tranquilidad, el camino nace. Siguiendo el camino, lo desarrolla y continúa. Así, desarrollándolo y continuándolo, las trabas mentales son abandonadas y las obsesiones destruidas.

(ii) Es el caso del monje que ha desarrollado la concentrada tranquilidad precedida por la visión clara. A medida que desarrolla la tranquilidad, precedida de la visión clara, el camino nace. Siguiendo el camino, lo desarrolla y continúa. Así, desarrollándolo y continuándolo, las trabas mentales son abandonadas y las obsesiones destruidas.

(iii) Es el caso del monje que ha desarrollado la concentrada tranquilidad simultáneamente con la clara visión. A medida que desarrolla la tranquilidad, en conjunto con la visión clara, el camino nace. Siguiendo el camino, lo desarrolla y continúa. Así, desarrollándolo y continuándolo, las trabas mentales son abandonadas y las obsesiones destruidas.

(iv) Es el caso del monje en el cual toda inquietud respecto al Dhamma desaparece. De esta forma su mente se vuelve calma, unificada, firme y concentrada. Entonces el camino nace. Siguiendo el camino, lo desarrolla y continúa. Así, desarrollándolo y continuándolo, las trabas mentales son abandonadas y las obsesiones destruidas.

Quienquiera que sea —monje o monja— que declare el logro del estado de arahant en mi presencia, lo hace mediante uno de estos cuatro caminos.