Padhana Sutta
Sn 3,2 {427-451}
Cuando me ejercitaba con gran esfuerzo en la
meditación —cerca del río Neranjara— para alcanzar la liberación de la
esclavitud a los apegos, se me acercó Namuci [el Maligno] pronunciando palabras
compasivas:
Estás demacrado y de
mal aspecto, próximo a morir. Mil partes de ti pertenecen a la muerte y sólo
una pequeña porción está viva. ¡Vive, buen Señor, es mejor vivir! Viviendo
puedes realizar acciones meritorias. Practicando el celibato y cuidando del
fuego sacrificial mucho mérito se hace, pero, ¿qué se obtiene del esfuerzo? Es
arduo el camino del esfuerzo, es difícil de hacer y difícil de soportar.
Permaneciendo de pie, Mara
[el Maligno] pronunció estas palabras en presencia del Despierto. Cuando hubo terminado
de hablar, el Bendito respondió:
Tú, Malvado, amigo de
los negligentes, ¿por cuál razón has venido hasta aquí? Los que todavía tienen necesidad
del mérito pueden considerar que vale la pena cambiar de dirección. Mas yo tengo sabiduría, energía y confianza.
Estando así, decidido a esforzarme, ¿por qué me pides vivir? Si el viento puede
secar la corriente de los ríos, ¿por qué mi esfuerzo no podría secar también mi
sangre y, de esta forma, secar con ella la bilis y la flema de mi cuerpo? Consumida
así la carne, mi mente devendría llena de serenidad y mi atención, concentración
y sabiduría se establecerían con firmeza. En mí, que he permanecido soportando tan
extrema experiencia, la mente ya no anhela placeres sensuales. Mi ser está
puro.
Tu primer ejército es
el deseo sensual. El segundo es llamado descontento. El tercero son el hambre y
la sed. El cuarto el anhelo vehemente. El quinto la lerdez y la pereza. El
miedo es el sexto. El séptimo la indecisión. El octavo la terquedad y el
menosprecio por los demás. La ganancia, la fama y el honor, el prestigio
malamente adquirido, alabarse a sí mismo y menospreciar a otros: estos, Namuci,
son tus ejércitos, tus oscuras fuerzas de ataque. Un holgazán y un cobarde no
podrían vencerlos… pero quien los conquista, gana la felicidad.
Llevo puesta la hierba
muñja, me sería vergonzoso vivir sin dignidad. Para mí es mejor
morir en la batalla, que vivir derrotado. Hay ascetas y brahmanes que no se ejercitan
a sí mismos, tan inmersos están [en lo mundano]. No son conscientes de la senda
por la que caminan aquellos que se conducen correctamente.
Viendo a mi alrededor
a Mara con su ejército, lucharé para no ser movido de mi sitio. Este ejército
maligno, que devas y hombres son incapaces de sojuzgar, lo destruiré con
sabiduría, como se destruye con una piedra un cuenco de arcilla sin hornear. Habiendo
dominado la mente y establecido firmemente la atención, viajaré de un lado a
otro enseñando a muchos discípulos. Ellos serán diligentes y enérgicos en la
práctica de mi enseñanza, la enseñanza de «uno sin deseos sensuales», e irán adonde
—después de haber llegado— serán «uno que no siente».
[Escuchando esto, Mara
pensó:]
Por siete años he
seguido al Bienaventurado paso a paso, pero no he encontrado jamás una oportunidad
para derrotar al conscientemente Despierto. Un cuervo voló alrededor de una
piedra que tenía el color de la grasa: ¿Podremos encontrar aquí algo tierno
para comer? [Se preguntó]. Y al no encontrar nada comestible, el cuervo abandonó
el lugar. Así, como el cuervo dejó a la piedra, dejamos a Gotama. Habiéndonos aproximado,
sólo conseguimos quedar desalentados.
Entonces, abrumado por
la tristeza, el espíritu infeliz dejó caer el laúd de su mano, desapareciendo del
lugar.
Pacinadisutta
SN 49,1-12 {14S5.5.1.1,651 - 14S5.5.1.12,662}
Estando en
Savatthi, el Despierto dijo:
Monjes,
existen estos cuatro correctos esfuerzos. ¿Cuáles cuatro?
Es el caso del
monje que (i) genera el deseo de que no surjan malos y perjudiciales estados
mentales que aún no se han manifestado… (ii) genera el deseo de abandonar los
malos y perjudiciales estados mentales que ya han surgido… (iii) genera el
deseo de que aparezcan estados mentales saludables que aún no han surgido… (iv)
y genera el deseo de mantener los estados mentales saludables que ya han
surgido, procurando que los mismos no decaigan, se incrementen, se expandan y
así lleguen a su máximo desarrollo y cumplimiento. Él hace el esfuerzo, pone
energía aplicando su mente y fortaleza en esto.
Monjes, al
igual que el río Ganges se dirige, orienta e inclina hacia el este, así también
el monje que desarrolla y cultiva los cuatro correctos esfuerzos, se dirige,
orienta e inclina hacia el Nibbana.
¿Y cómo el
monje desarrolla y cultiva los cuatro correctos esfuerzos, de manera tal que se
dirija, oriente e incline hacia el Nibbana? Es el caso del monje que (i) genera
el deseo de que no surjan malos y perjudiciales estados mentales que aún no han
surgido, hace el esfuerzo, pone energía aplicando en ello su mente y
fortaleza…. (ii) genera el deseo de abandonar los malos y perjudiciales estados
mentales que ya han surgido, hace el esfuerzo, pone energía aplicando en ello
su mente y fortaleza…. (iii) genera el deseo de que aparezcan estados mentales saludables
que aún no han surgido, hace el esfuerzo, pone energía aplicando en ello su
mente y fortaleza… (iv) genera el deseo de mantener los saludables estados
mentales que ya han surgido, procurando que los mismos no decaigan, se
incrementen, se expandan y así lleguen a su máximo desarrollo y cumplimiento.
Él hace el esfuerzo, pone energía aplicando su mente y fortaleza en esto.
De esta
manera, monjes, se desarrollan y cultivan los cuatro correctos esfuerzos, de
tal manera que uno se dirija, oriente e incline hacia el Nibbana.
Samvara Sutta
AN 4,14 {15A4.1.2.4,14}
Monjes, he
aquí estos cuatro esfuerzos. Y, ¿cuáles son estos cuatro?
El esfuerzo a
través de la restricción, el esfuerzo a través del abandono, el esfuerzo a
través del desarrollo y el esfuerzo a través de la protección.
Y, ¿en qué
consiste el esfuerzo a través de la restricción?
He aquí,
habiendo visto una forma con el ojo, el monje no se aferra a su aspecto general
ni a ninguno de sus detalles, puesto que si permaneciera con la facultad del
ojo sin restringir, entonces malos y perjudiciales estados mentales podrían
invadirlo. Practicando la restricción de la facultad del ojo, se compromete con
ella y la resguarda. Habiendo escuchado un sonido con el oído… habiendo olido
un olor con la nariz… habiendo saboreado un sabor con la lengua… habiendo
sentido una sensación táctil con el cuerpo… habiendo conocido un fenómeno
mental con la mente, el monje no se aferra a su aspecto general ni a ninguno de
sus detalles, puesto que si permaneciera con la facultad de la mente sin
restringir, entonces malos y perjudiciales estados mentales podrían invadirlo.
Practicando la restricción de la facultad mental, se compromete con ella y la
resguarda. Esto se llama, monjes, el esfuerzo a través de la restricción.
Y, ¿en qué
consiste el esfuerzo a través del abandono?
He aquí, el
monje no admite el surgir de pensamientos sensuales, por el contrario, los
abandona, los expulsa y lleva a su fin, no permitiendo que reaparezcan. Tampoco
admite el surgir de pensamientos de animadversión… de pensamientos crueles… ni estado
mental perjudicial alguno, muy por el contrario, los abandona, los expulsa y
lleva a su fin, no permitiendo que reaparezcan. Esto se llama, monjes, el
esfuerzo a través del abandono.
Y, ¿en qué consiste
el esfuerzo a través del desarrollo?
He aquí, el
monje desarrolla el factor de iluminación de la atención consciente que resulta
del aislamiento, desapasionamiento y cese que maduran en la liberación. Desarrolla
el factor de iluminación de la discriminación de los fenómenos mentales… el
factor de iluminación de la energía… del éxtasis… de la tranquilidad… de la
ecuanimidad, que son el resultado de la reclusión, desapasionamiento y cese que
maduran en la liberación. Esto se llama, monjes, el esfuerzo a través del
desarrollo.
Y, ¿en qué
consiste el esfuerzo a través de la protección?
He aquí, el
monje protege su mente con un objeto favorable y excelente para la concentración:
la contemplación de un esqueleto, la contemplación de un cuerpo muerto lívido, la
contemplación de un cuerpo muerto hinchado, la contemplación de un cuerpo
muerto supurante, la contemplación de un cuerpo muerto infestado de gusanos o la
contemplación de un cuerpo muerto desfigurado. Esto se llama, monjes, el
esfuerzo a través de la protección.
Éstos son,
monjes, los cuatro esfuerzos.
Restringiendo,
abandonando,
desarrollando
y protegiendo:
estos cuatro
esfuerzos fueron enseñados
por el
Pariente del Sol.
Por medio de
ellos, un monje fervoroso
alcanza la
destrucción de la insatisfacción.