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El camino al Nibbana


Aniccanibbanasappaya Sutta 

SN 35,147 {13S4.1.3.5.2,147}


Monjes, voy a enseñarles sobre el camino correcto para alcanzar el Nibbana. Escuchad y prestad atención que voy a hablar.

¿Y cuál es, monjes, el camino correcto para alcanzar el Nibbana? He aquí, el monje mira el ojo como transitorio, mira las formas como transitorias, mira la consciencia del ojo como transitoria, mira el contacto del ojo como transitorio, mira como transitoria cualquier sensación que surja del contacto con el ojo como condición: sea esta una sensación placentera, dolorosa o neutral.

Además, el monje mira el oído como transitorio, mira los sonidos como transitorios, mira la consciencia del oído como transitoria, mira el contacto del oído como transitorio, mira como transitoria cualquier sensación que surja del contacto con el oído como condición: sea esta una sensación placentera, dolorosa o neutral.

Además, el monje mira la nariz como transitoria, mira los olores como transitorios, mira la consciencia de la nariz como transitoria, mira el contacto de la nariz como transitorio, mira como transitoria cualquier sensación que surja del contacto con la nariz como condición: sea esta una sensación placentera, dolorosa o neutral.

Además, el monje mira la lengua como transitoria, mira los sabores como transitorios, mira la consciencia de la lengua como transitoria, mira el contacto de la lengua como transitorio, mira como transitoria cualquier sensación que surja del contacto con la lengua como condición: sea esta una sensación placentera, dolorosa o neutral.

Además, el monje mira el cuerpo como transitorio, mira al tacto como transitorio, mira la consciencia del cuerpo como transitoria, mira el contacto del cuerpo como transitorio, mira como transitoria cualquier sensación que surja del contacto con el cuerpo como condición: sea esta una sensación placentera, dolorosa o neutral.

Además, el monje mira la mente como transitoria, mira los fenómenos mentales como transitorios, mira la consciencia de la mente como transitoria, mira el contacto de la mente como transitorio, mira como transitoria cualquier sensación que surja del contacto con la mente como condición: sea esta una sensación placentera, dolorosa o neutral.

Éste es, monjes, el camino correcto para alcanzar el Nibbana.

Comprendiendo lo impermanente


Anicca Sutta 

SN 22,66 {13S3.1.2.2.4,66}


Estando en Savatthi, cierto monje se acercó al Despierto, le rindió homenaje y, sentándose a un lado, le dijo:

Venerable señor, sería bueno que el Bienaventurado me enseñara el Dhamma resumidamente, de manera tal que —habiendo escuchado el Dhamma del Bienaventurado— viva en soledad, recluido, diligente, ardiente y resuelto.

Monje —contestó el Despierto—, deberás abandonar el deseo por todo lo que es transitorio y pasajero

¡Comprendido, Bienaventurado! — contestó el monje.

¿De qué manera, monje, comprendiste en detalle el significado de lo que dije resumidamente?

La forma, venerable señor —argumentó el monje—, es transitoria; se debe abandonar todo deseo por ella. La sensación es transitoria; se debe abandonar todo deseo por ella. La percepción es transitoria; se debe abandonar todo deseo por ella. Las formaciones mentales son transitorias; se debe abandonar todo deseo por ellas. La consciencia es transitoria; se debe abandonar todo deseo por ella. De esta manera, venerable señor, he comprendido en detalle el significado de lo que el Bienaventurado dijo en resumen.

¡Bien, muy bien monje! —exclamó el Despierto—. Has comprendido bien y en detalle el significado de lo que he dicho resumidamente. La forma es transitoria, monje, deberás abandonar todo deseo por ella. La sensación, la percepción, las formaciones mentales y la conciencia son transitorias y pasajeras, deberás abandonar todo deseo por ellas. Es de esta manera, monje, que debe ser comprendido en detalle el significado de lo que he dicho resumidamente.

Entonces, aquel monje —habiéndose regocijado y deleitado en las palabras del Bienaventurado—, se levantó de su asiento y, rindiéndole homenaje, se retiró.

Tiempo después, viviendo en soledad, recluido, diligente, ardiente y resuelto, aquel monje descubrió por sí mismo —con el conocimiento directo aquí y ahora—, entrando y permaneciendo en aquella insuperable meta de la vida santa por la cual el miembro de clan, con justa razón, abandona la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Y así conoció directamente esto: el nacimiento está destruido, la vida santa ha sido vivida, lo que había que hacer se ha realizado y, he aquí, no hay más futuros estados de existencia.

Y aquel monje llegó a ser uno de los arahants.

Transitoriedad de los cinco khandhas

Anicca Sutta 

SN 22,45 {13S3.1.1.5.3,45}


Monjes, la forma es transitoria. Lo que es transitorio es insatisfactorio. Lo que es insatisfactorio es no-ser. Lo que es no-ser debe ser visto tal como realmente es, con la correcta sabiduría, de esta manera: eso no es mío, eso no soy yo, eso no es mi ser. Cuando uno mira esto tal como realmente es, con la correcta sabiduría, la mente llega a estar desapasionada y se libera de las contaminaciones a través del no-apego.

Monjes, la sensación es transitoria… la percepción es transitoria… las formaciones mentales son transitorias… la consciencia es transitoria. Lo que es transitorio es insatisfactorio. Lo que es insatisfactorio es no-ser. Lo que es no-ser debe ser visto tal como realmente es, con la correcta sabiduría, de esta manera: eso no es mío, eso no soy yo, eso no es mi ser. Cuando uno mira esto tal como realmente es, con la correcta sabiduría, la mente llega a estar desapasionada y se libera de las contaminaciones a través del no-apego.

Si la mente del monje llega a estar desapasionada hacia el elemento de la forma, se libera de las contaminaciones a través del no-apego. Si la mente del monje llega a estar desapasionada hacia el elemento de la sensación… hacia el elemento de la percepción… hacia el elemento de las formaciones mentales… hacia el elemento de la consciencia, se libera de las contaminaciones a través del no-apego.

Al estar liberado, está firme; al estar firme, está contento; al estar contento, no está agitado; no estando agitado, personalmente alcanza el Nibbana. Entonces entiende: el nacimiento está destruido, la vida santa ha sido vivida, lo que estaba por hacerse, ha sido realizado y, he aquí, no hay más futuros estados de existencia.




Dutiyaanicca Sutta 

SN 22,46 {13S3.1.1.5.4,46}


Monjes, la forma es transitoria… la sensación es transitoria… la percepción es transitoria… las formaciones mentales son transitorias… la conciencia es transitoria. Lo que es transitorio es insatisfactorio  Lo que es insatisfactorio es no-ser. Lo que es no-ser debería ser visto tal como realmente es, con la correcta sabiduría, de esta manera: eso no es mío, eso no soy yo, eso no es mi ser.

Cuando uno mira esto tal como realmente es, con la correcta sabiduría, uno no sostiene más ningún punto de vista sobre el pasado. Cuando uno no sostiene ningún punto de vista acerca del pasado, tampoco sostiene más ningún punto de vista sobre el futuro. Cuando uno no sostiene ningún punto de vista acerca del futuro, uno no se aferra obstinadamente a nada. Cuando uno no se aferra obstinadamente a nada, la propia mente llega a estar desapasionada hacia la forma, la sensación, la percepción, las formaciones mentales y la consciencia, entonces logra liberarse de las contaminaciones a través del desapego.

Al alcanzar esta libertad, entonces uno está inconmovible; al estar inconmovible, uno está contento; al estar contento, uno no se agita y alcanza el Nibbana. Entonces se llega a la comprensión: el nacimiento está destruido, la vida santa ha sido vivida, lo que estaba por hacerse, ha sido realizado y, he aquí, no hay más futuros estados de existencia.

Uno mismo como isla y refugio del Dhamma

Attadipa Sutta

SN 22,43 {13S3.1.1.5.1,43}


Monjes, permanezcan con ustedes mismos como isla, con ustedes mismos como refugio, con el Dhamma como isla, con el Dhamma como refugio, sin tener otro refugio. Cuando permanecen con ustedes mismos como isla, con ustedes mismos como refugio, con el Dhamma como  isla, con el Dhamma como refugio, sin tener otro refugio, las bases mismas de la existencia deberían ser investigadas de esta manera: ¿de dónde nace el dolor, el lamento, la pena, el displacer y la desesperanza? ¿Cómo se producen?

De qué cosa, monjes, nace el dolor, el lamento, la pena, el displacer y la desesperanza? ¿Cómo se producen? He aquí, monjes, a un hombre no instruido y mundano —que no mira a los nobles y no es hábil ni disciplinado en su Dhamma, que no mira a las personas superiores y no es hábil ni disciplinado en su Dhamma—, que considera a la forma como a sí mismo, o a sí mismo como poseedor de la forma, o la forma como en sí mismo, o a sí mismo como en la forma. Entonces, aquella forma suya cambia y se altera. Y con el cambio y la alteración de la forma surge en él dolor, lamento, pena, displacer y desesperanza.

Además, considera a la sensación, la percepción, las formaciones mentales y la consciencia como a sí mismo; o a sí mismo como poseedor de la sensación, la percepción, las formaciones mentales y la consciencia; o a la sensación, la percepción, las formaciones mentales y la consciencia como en sí mismo; o a sí mismo como en la sensación, la percepción, las formaciones mentales y la consciencia. Cuando aquella sensación, percepción, formaciones mentales o consciencia suya cambia y se altera, con el cambio y alteración surge en él dolor, lamento, pena, displacer y desesperanza.

Sin embargo, monjes, cuando uno ha comprendido la transitoriedad de la forma, su cambio, su desaparición y cese; cuando uno la ve tal como realmente es, con la correcta sabiduría, así: toda forma es transitoria, insatisfactoria y sujeta a cambio. Entonces se abandona el dolor, el lamento, la pena, el displacer y la desesperanza. Con este abandono se deja la agitación y uno permanece feliz. Y del monje que permanece feliz se dice que está plenamente saciado.

Monjes, cuando uno ha comprendido la transitoriedad de la sensación, de la percepción, de las formaciones mentales y de la consciencia, su cambio, su desaparición y su cese; cuando uno los ve tal como realmente es, con la correcta sabiduría, así: toda sensación, percepción, formación mental y consciencia es transitoria, insatisfactoria y sujeta a cambio. Con este abandono se deja la agitación y uno permanece feliz. Y del monje que permanece feliz se dice que está plenamente saciado.



Gilana Sutta 

SN 47,9 {14S5.3.1.9,375}


Esto he escuchado.

En una ocasión en que el Despierto moraba en Beluvagamaka, cerca de Vesali, dijo a los monjes:

Monjes, deberán permanecer en Vesali y pasar allí la estación de las lluvias, junto a sus conocidos y seguidores. Yo, por mi parte, pasaré la temporada lluviosa aquí, en Beluvagamaka.

Bien, venerable señor —respondieron los monjes— y entraron a Vesali junto a sus conocidos y seguidores, mientras el Despierto quedaba en Beluvagamaka  a pasar la estación de las lluvias.

Entonces, mientras transcurría esa temporada lluviosa, el Despierto fue atacado por una repentina enfermedad, con dolores tan severos que parecía que estaba al borde de la muerte. Sin embargo, el Despierto la enfrentó con atención consciente y una mente clara e impasible. Estando en tal trance, se le ocurrió el siguiente pensamiento:

Ciertamente, no sería apropiado que llegase al final de la vida sin que me dirija, por última vez, a mis discípulos y cuente con el beneplácito del sangha monacal. Necesito sobreponerme a esta enfermedad con fuerza de voluntad y determinar la continuidad del proceso vital para así seguir viviendo.

Entonces, el Despierto se sobrepuso a la enfermedad con su fuerza de voluntad y determinó la continuidad del proceso vital para seguir viviendo. De esta forma se recuperó de la enfermedad.

Tan pronto se hubo sentido mejor, se sentó frente a su vivienda. Entonces, el venerable Ananda llegando junto a él, lo saludó respetuosamente y, sentándose a un lado, dijo:

Me siento afortunado de ver al Despierto otra vez confortable. Soy afortunado de ver al Bienaventurado recuperado. Es grato, venerable señor, verle otra vez aliviado. Por cierto, mientras veía al Bendito enfermo fue como si mi propio cuerpo estuviera débil y confundido, mis sentidos fallaron y todas las cosas alrededor de mí se oscurecieron. Sólo me confortó el hecho de pensar que el Despierto no llegaría al final de su vida sin antes ofrecer instrucciones al sangha monacal.

Dijo entonces el Despierto:

¿Qué más puede esperar de mí el sangha de los monjes, Ananda? He enseñando el Dhamma sin ocultar nada. En cuanto a la doctrina, el Tataghata no ha dejado nada velado, como si lo tuviera cerrado en un puño. Si alguien pensara estar a cargo del sangha —o que el sangha dependiera de él o le perteneciera—, entonces esta persona debería ofrecer instrucciones al sangha. Sin embargo, el Tataghata no alberga semejantes pensamientos, ¿cómo, entonces, podría ofrecer instrucciones al Sangha?

Ya soy débil, Ananda, entrado en edad y viejo. Soy alguien que ha atravesado el camino de la vida, que ha llegado al tope de su tiempo vital y, al igual que una carreta vieja es sujetada precariamente con cuerdas, para que no se deshaga, así el cuerpo del Tataghata se haya también sujeto para que permanezca unido. Es solamente cuando el Tataghata aparta la atención de los signos externos, cuando cesan las sensaciones y permanece concentrado mentalmente, en la consciencia sin signos, que este cuerpo se siente más confortable.

Por tanto, Ananda, sé tú mismo una isla para ti, sé tu propio refugio. Que no haya nadie más que sea tu refugio. Ten al Dhamma como tu único refugio. Y ¿cómo hace el monje para convertirse en una isla para sí mismo, para ser su propio refugio y no tener a nadie más como refugio, con sólo el Dhamma como su único refugio? Pues permanece contemplando (i) el cuerpo en el cuerpo, vigilante, diligente —claramente consciente y atento—, dejando atrás el deseo y el pesar por el mundo; permanece contemplando (ii) las sensaciones en las sensaciones... (iii) la mente en la mente... (iv) los fenómenos mentales en los fenómenos mentales, vigilante, diligente —claramente consciente y atento—, dejando atrás el deseo y el pesar por el mundo. Es así, como el monje se hace una isla para sí mismo, se convierte en su propio refugio, sin tener a nadie más como refugio y con sólo el Dhamma como su único refugio.

Aquellos monjes, Ananda, que ahora o después de mi partida permanezcan como sus propias islas, sean su propio refugio, sin tener a nadie más como refugio y sólo con el Dhamma como su único refugio, esos monjes alcanzarán lo más alto, si es que tienen verdadero deseo de aprender.
                                                                                                                                                 

Desarraigando la presunción de un «yo» substancial


Sambhodi Sutta

AN 9,1 {17A9.1.1.1,1}



Esto he escuchado. En una ocasión el Bienaventurado estaba morando en la arboleda de Jeta del parque de Anathapindika, cerca de Savatthi. Allí se dirigió a los monjes así:

Si los ascetas errantes de otros credos les preguntasen: amigos, ¿cuál es la causa para el desarrollo de las cualidades mentales que llevan al Despertar? ¿Qué es lo que responderían?

Venerable Señor —contestaron los monjes—, nosotros estamos arraigados en las enseñanzas del Bienaventurado, las cuales son nuestra guía y protección. Sería bueno que el Bienaventurado mismo nos explicara el significado de sus palabras. Habiendo escuchado esto de la boca del Bienaventurado nos acordaríamos de su respuesta.

En ese caso —replicó el Despierto—, escuchad y prestad atención que voy a hablar. Si los ascetas errantes de otros credos preguntasen cuál es la causa para el desarrollo de las cualidades mentales que llevan al Despertar, deberían responder que la primera causa es la posesión de admirables amigos, compañeros y camaradas. Esta es la primera causa para el desarrollo de las cualidades mentales que llevan al Despertar.

Además, si el monje es virtuoso, mora restringiéndose de acuerdo al patimokkha, haciendo de conducta y actividades intachables. Se entrena a sí mismo asumiendo las reglas y viendo el peligro en la más mínima falta. Esta es la segunda causa para el desarrollo de las cualidades mentales que llevan al Despertar.

Además, el monje consigue a voluntad —fácilmente y sin dificultad— hablar solamente lo que es veraz y lo que conduce hacia el despertar, es decir, habla sobre la modestia, el contentamiento, la reclusión, sobre lo que no es enredado, lo que suscita a la persistencia, sobre la virtud, la concentración, el discernimiento, la liberación, el conocimiento y la visión de la liberación. Esta es la tercera causa para el desarrollo de las cualidades mentales que llevan al Despertar.

Además, el monje es persistente en abandonar los estados mentales perjudiciales y en fomentar aquellos que son beneficiosos. Es categórico y rotundo en este esfuerzo, y no evita su tarea referente a los estados mentales beneficiosos. Esta es la cuarta causa para el desarrollo de las cualidades mentales que llevan al Despertar.

Además, el monje tiene claro criterio y discernimiento —un discernimiento noble y penetrante— sobre todo lo que surge y desaparece, lo cual conduce al completo fin de la insatisfacción. Esta es la quinta causa para el desarrollo de las cualidades mentales que llevan al Despertar.

Monjes, cuando el monje tiene admirables amigos, compañeros y camaradas, entonces es de esperar que sea virtuoso, que more restringiéndose de acuerdo al patimokkha, que su conducta y sus actividades sean intachables, que se entrene a sí mismo habiendo asumido las reglas y que vea el peligro en la más mínima falta.

Monjes, cuando el monje tiene admirables amigos, compañeros y camaradas, entonces es de esperar que consiga a voluntad —fácilmente y sin dificultad— hablar solamente lo que es veraz y lo que conduce hacia el despertar, es decir, hablará sobre la modestia, el contentamiento, la reclusión, sobre lo que no es enredado, lo que suscita a la persistencia, sobre la virtud, la concentración, el discernimiento, la liberación, el conocimiento y la visión de la liberación.

Monjes, cuando el monje tiene admirables amigos, compañeros y camaradas, entonces es de esperar que sea persistente en abandonar los estados mentales perjudiciales y fomentar aquellos que son beneficiosos. Será categórico y rotundo en este esfuerzo, y no rehuirá su tarea referente a los beneficiosos estados mentales.

Monjes, cuando el monje tiene admirables amigos, compañeros y camaradas, entonces es de esperar que tenga claro criterio y discernimiento —un discernimiento noble y penetrante— sobre todo lo que surge y desaparece, lo cual conduce al completo fin de la insatisfacción.

Monjes, cuando el monje se establece en estas cinco cualidades, hay cuatro cualidades más que deberían desarrollar: (i) debería desarrollar la contemplación de lo repulsivo, para de esta manera abandonar la lujuria; (ii) debería desarrollar la bondad, para de esta manera abandonar la maldad; (iii) debería desarrollar la atención consciente en la respiración, para de esta manera abandonar las distracciones; (iv) debería desarrollar la percepción de la transitoriedad, para de esta manera desarraigar la presunción de un «yo».

Para el monje que percibe la transitoriedad, la percepción del «no-yo» se vuelve firme. Y alguien que percibe el «no-yo» y desarraiga la presunción de un «yo», alcanza el Nibbana aquí y ahora.

En este cuerpo se alcanza la liberación final


Rohitassa Sutta

SN 2,26 {12S2.2.3.6,107}


Estando el Despierto en Savatthi, el joven deva Rohitassa se dirigió al Bienaventurado con estas palabras:

Venerable señor, ¿es posible alcanzar por medio de un viaje el fin del mundo existente? ¿Ver y conocer el lugar donde nadie nace, envejece ni muere? ¿Donde no hay fallecimientos ni renacimientos?

Amigo —contestó el Despierto—, aquel fin del mundo, ese lugar donde nadie nace, envejece ni muere, donde no hay fallecimientos ni renacimientos, no puede ser conocido, visto ni alcanzado por medio de un viaje.

¡Esto es maravilloso, venerable señor! —replicó el deva— ¡Es asombroso, venerable señor! Qué bien ha sido proclamado por el Bienaventurado que aquel fin del mundo, el lugar donde nadie nace, envejece ni muere, donde no hay fallecimientos ni renacimientos, no puede ser conocido, visto ni alcanzado por medio de un viaje.

Una vez, venerable señor, en el pasado fui un vidente de nombre Rohitassa Bhojaputta. Poseía poderes espirituales y era capaz de viajar por el cielo. Mi velocidad era muy grande, así que podía moverme tan rápidamente como un hábil y adiestrado arquero lanza, más allá de la sombra de la palmera borassus, su luminosa flecha. Mi paso era tal que parecía abarcar el espacio entre los océanos este y oeste. Entonces, venerable señor, un día este deseo surgió en mí: voy a llegar al fin del mundo mediante un viaje. Así fue como poseyendo semejante velocidad, poseyendo semejante paso y viviendo por cien años, he viajado a lo largo de cien años sin pausa alguna, excepto para comer, beber, preparar la comida, defecar, orinar y dormir, para disipar la fatiga. Aún así, he muerto en el camino sin haber alcanzado el fin del mundo. Por eso es maravilloso y asombroso, venerable señor, que haya sido proclamado por el Bienaventurado que aquel fin del mundo, el lugar donde nadie nace, envejece ni muere, donde no hay fallecimientos ni renacimientos, no puede ser conocido, visto ni alcanzado por medio de un viaje.

Sin embargo, amigo —agregó el Despierto—, también digo que sin haber llegado al fin del mundo es imposible poner fin al sufrimiento. Es precisamente en este cuerpo, de una braza de alto, dotado de percepción y mente, donde yo he conocido el mundo, el origen del mundo, el cese del mundo y el sendero que conduce al cese del mundo.

El fin del mundo nunca puede ser alcanzado
por medio de un viaje,
sin embargo, sin haber alcanzado el fin del mundo,
no  hay liberación del sufrimiento.

Por lo tanto, el veraz, el conocedor del mundo, el sabio,
va hacia el fin del mundo realizando la vida santa.
Y habiendo conocido el fin del mundo, en paz,
no anhela este mundo, ni otro.

Dos clases de pensamiento


Dvedhavitakka Sutta

MN 19 {9M.2.9}


He escuchado que en una ocasión el Despierto se alojaba en Savatthi, en la arboleda de Jeta, en el monasterio de Anathapindika. Allí se dirigió a los monjes:

Monjes, antes de mi auto-despertar, cuando aún era un Bodhisatta no-despierto, se me ocurrió este pensamiento: ¿Por qué no divido mi pensamiento en dos tipos? Así, hice del pensamiento impregnado de sensualidad, mala voluntad y pernicioso, un tipo; y del pensamiento impregnado de renunciación, buena voluntad y beneficioso, otro tipo.

Cuando permanecí así —diligente, fervoroso y resuelto—, el pensamiento impregnado de sensualidad surgió en mi mente. Percibí que el pensamiento impregnado en sensualidad había surgido en mí y que eso llevaba a mi propia aflicción, a la aflicción de otros o a la aflicción de ambos; que obstruía el discernimiento, promovía la contrariedad y no llevaba a la liberación.

Cuando me di cuenta de que llevaba a mi propia aflicción, a la aflicción de otros, a la aflicción de ambos, que obstruía el discernimiento, promovía la contrariedad y no llevaba a la liberación, aminoró. Cada vez que un pensamiento impregnado de sensualidad surgía, simplemente lo abandonaba, lo destruía, lo disipaba, lo eliminaba de la existencia.

Luego —mientras permanecía diligente, fervoroso y resuelto—, el pensamiento impregnado de mala voluntad surgió en mi mente. Percibí que el pensamiento impregnado de mala voluntad había surgido en mí y que eso llevaba a mi propia aflicción, a la aflicción de otros o a la aflicción de ambos; que obstruía el discernimiento, promovía la contrariedad y no llevaba a la liberación.

Cuando me di cuenta de que llevaba a mi propia aflicción, a la aflicción de otros, a la aflicción de ambos, que obstruía el discernimiento, promovía la contrariedad y no llevaba a la liberación, aminoró. Cada vez que un pensamiento impregnado de mala voluntad surgía, simplemente lo abandonaba, lo destruía, lo disipaba, lo eliminaba de la existencia.

Luego —mientras permanecía diligente, fervoroso y resuelto—, el pensamiento impregnado de lo pernicioso surgió en mi mente. Percibí que el pensamiento impregnado de lo pernicioso había surgido en mí y que eso llevaba a mi propia aflicción, a la aflicción de otros o a la aflicción de ambos; que obstruía el discernimiento, promovía la contrariedad y no llevaba a la liberación.

Cuando me di cuenta de que llevaba a mi propia aflicción…, a la aflicción de otros…, a la aflicción de ambos…, que obstruía el discernimiento, promovía la contrariedad y no llevaba a la liberación, aminoró. Cada vez que un pensamiento impregnado de lo pernicioso surgía, simplemente lo abandonaba, lo destruía, lo disipaba, lo eliminaba de la existencia.

Lo que un monje busca con su pensamiento y su reflexión, eso se convierte en la inclinación de su consciencia. Si un monje busca el pensamiento impregnado de sensualidad, abandonando el pensamiento impregnado de renunciación, su mente estará doblegada por ese pensamiento impregnado de sensualidad. Si un monje busca el pensamiento impregnado de mala voluntad, abandonando el pensamiento impregnado de buena voluntad, su mente estará doblegada por ese pensamiento impregnado de mala voluntad. Si un monje busca el pensamiento impregnado de lo pernicioso, abandonando el pensamiento impregnado de lo beneficioso, su mente estará doblegada por ese pensamiento impregnado de lo pernicioso.

Al igual que en el último mes de las lluvias —en la estación de otoño, cuando los cultivos están madurando— un pastor cuida de sus vacas, las dirige, guía y domina con un palo, porque sabe que será castigado o multado si permite que sus vacas dañen los cultivos; de la misma manera yo preví inconvenientes, degradación y corrupción en las cualidades poco hábiles, y recompensas en las cualidades hábiles relacionadas con la renunciación que promovían la purificación.

Luego —mientras permanecía diligente, fervoroso y resuelto—, el pensamiento impregnado de renunciación surgió en mi mente. Percibí que el pensamiento impregnado de renunciación había surgido en mí y que eso no me llevaba a la aflicción, ni a la aflicción de otros ni a la aflicción de ambos; que fomentaba el discernimiento, promovía la falta de contrariedad y llevaba a la liberación.

Pensé que reflexionar en esa línea durante una noche, un día o durante un día y una noche, no habría ningún peligro que pudiera venir de ello, excepto que pensar y reflexionar durante mucho tiempo cansaría el cuerpo. Y cuando un cuerpo está cansado la mente está inquieta, y una mente inquieta está lejos de la concentración. Así, pues, calmé mi mente internamente, la tranquilicé, la unifiqué y la concentré, para que mi mente no estuviera inquieta.

Luego —mientras permanecía diligente, fervoroso y resuelto—, el pensamiento impregnado de buena voluntad surgió. Percibí que el pensamiento impregnado de buena voluntad había surgido en mí y que eso no me llevaba a la aflicción, ni a la aflicción de otros ni a la aflicción de ambos; que fomentaba el discernimiento, promovía la falta de contrariedad y llevaba a la liberación.

Pensé que reflexionar en esa línea durante una noche, un día o durante un día y una noche, no habría ningún peligro que pudiera venir de ello, excepto que pensar y reflexionar durante mucho tiempo cansaría el cuerpo. Y cuando un cuerpo está cansado la mente está inquieta, y una mente inquieta está lejos de la concentración. Así, pues, calmé mi mente internamente, la tranquilicé, la unifiqué y la concentré, para que mi mente no estuviera inquieta.

Luego —mientras permanecía diligente, fervoroso y resuelto—, el pensamiento impregnado de lo beneficioso surgió. Percibí que el pensamiento impregnado de lo beneficioso había surgido en mí y que eso no me llevaba a la aflicción, ni a la aflicción de otros ni a la aflicción de ambos; que fomentaba el discernimiento, promovía la falta de contrariedad y llevaba a la liberación.

Pensé que reflexionar en esa línea durante una noche, un día o durante un día y una noche, no habría ningún peligro que pudiera venir de ello, excepto que pensar y reflexionar durante mucho tiempo cansaría el cuerpo. Y cuando un cuerpo está cansado la mente está inquieta, y una mente inquieta está lejos de la concentración. Así, pues, calmé mi mente internamente, la tranquilicé, la unifiqué y la concentré, para que mi mente no estuviera inquieta.

Lo que un monje busca con su pensamiento y su reflexión, eso se convierte en la inclinación de su consciencia. Si un monje busca el pensamiento impregnado de renunciación, abandona el pensamiento impregnado de sensualidad, su mente estará doblegada por ese pensamiento impregnado de renunciación. Si un monje busca el pensamiento impregnado de buena voluntad, abandona el pensamiento impregnado de mala voluntad, su mente estará doblegada por ese pensamiento impregnado de buena voluntad. Si un monje busca el pensamiento impregnado de lo beneficioso, abandona el pensamiento impregnado de lo pernicioso, su mente estará doblegada por ese pensamiento impregnado de lo beneficioso.

Al igual que en el último mes de la estación de calor —cuando todas las cosechas han sido recogidas en el pueblo— un pastor cuida de sus vacas mientras éstas descansan a la sombra de un árbol, o a cielo abierto, simplemente permaneciendo atento a ellas; de la misma manera yo permanecí atento a aquellas cualidades mentales.

Entonces, una persistencia inagotable surgió en mí y se estableció una atención nítida. Mi cuerpo estaba calmado e indiferente, mi mente concentrada y unificada.


Apartado de la sensualidad, apartado de las cualidades mentales poco hábiles, entré y permanecí en el primer jhana: éxtasis y placer nacidos de la renuncia, acompañado de pensamiento dirigido y sostenido.

Con el apaciguamiento del pensamiento dirigido y sostenido, entré y permanecí en el segundo jhana: éxtasis y placer nacidos de la concentración, unificación de la consciencia libre de pensamiento dirigido y sostenido, seguridad interior.
Con el desvanecimiento del éxtasis, permanecí en la ecuanimidad, atento, alerta, físicamente sensible al placer. Entré y permanecí en el tercer jhana, del cual los nobles declaran: ecuánime y atento, tiene una morada placentera.

Con el abandono del placer y el dolor, como con la anterior desaparición de la euforia y el sufrimiento, entré y permanecí en el cuarto jhana: pureza de ecuanimidad y atención, sin placer ni dolor.

Cuando mi mente estuvo así concentrada, purificada, radiante, sin mácula, libre de corrupción, flexible, maleable, firme y hubo alcanzado la imperturbabilidad, la dirigí al conocimiento del recuerdo de mis vidas pasadas . Recordé mis múltiples vidas pasadas, esto es, un nacimiento… diez… cien… mil... muchos eones de contracción y expansión cósmica: allí tuve tal nombre, pertenecí a tal clan, tuve tal apariencia, tal fue mi alimento, tal mi experiencia de placer y dolor, tal el final de mi vida; muriendo a este estado resurgí acá, tuve tal nombre, pertenecí a tal clan, tuve tal apariencia, tal fue mi alimento, tal mi experiencia de placer y dolor, tal el final de mi vida; muriendo a este otro estado resurgí allá. Así recordé mis múltiples vidas pasadas en sus modos y detalles.

Este fue el primer conocimiento que obtuve en la primera vigilia de la noche. La ignorancia fue destruida, el conocimiento había surgido; la oscuridad fue destruida, la luz había surgido; así ocurre en uno que es diligente, fervoroso y resuelto.

Con mi mente así concentrada, purificada, radiante, sin mácula, libre de corrupción, flexible, maleable, firme e imperturbable, la dirigí al conocimiento del fallecimiento y reaparición de los seres. Vi —por medio del ojo divino, purificado y que supera al humano— seres falleciendo y reapareciendo; observé cómo eran inferiores y superiores, hermosos y feos, afortunados y desafortunados según su kamma. Aquellos seres dotados de mala conducta —de cuerpo, palabra y mente, que injuriaron a los nobles, que mantuvieron opiniones erróneas y realizaron acciones bajo la influencia de estas opiniones erróneas—, con la descomposición del cuerpo, tras la muerte, han reaparecido en el plano de la privación, en el destino malo, en los reinos inferiores, en el infierno. Pero los seres dotados de buena conducta —de cuerpo, palabra y mente, que no injuriaron a los nobles, que mantuvieron opiniones correctas y realizaron acciones bajo la influencia de estas opiniones correctas—, con la descomposición del cuerpo, tras la muerte, han reaparecido en los destinos buenos, en mundo celestial. Así vi —por medio del ojo divino, purificado y que supera al humano— seres falleciendo y reapareciendo; y observé cómo eran inferiores y superiores, hermosos y feos, afortunados y desafortunados según su kamma.

Este fue el segundo conocimiento que obtuve en la segunda vigilia de la noche. La ignorancia fue destruida, el conocimiento había surgido; la oscuridad fue destruida, la luz había surgido; así ocurre en uno que es diligente, fervoroso y resuelto.

Entonces, con mi mente concentrada, purificada, radiante, sin mácula, libre de corrupción, flexible, maleable, firme e imperturbable, la dirigí al conocimiento del fin de las corrupciones mentales. Observé como habían llegado a ser: esto es el sufrimiento... esto es el origen del sufrimiento... esta es la cesación del sufrimiento... este es el camino que lleva a la cesación del sufrimiento... estas son las corrupciones... este es el origen de las corrupciones... esta es la cesación de las corrupciones... este es el camino que lleva a la cesación de las corrupciones.

Mi mente —sabiendo así, viendo así— fue liberada de la corrupción de la sensualidad, liberada de la corrupción del devenir, liberada de la corrupción de la ignorancia. Con la liberación, apareció el conocimiento que ya estaba liberado, entonces supe que el nacimiento había terminado, la vida santa se había cumplido y la tarea se había realizado. Ya no había nada más para este mundo.

Este fue el tercer conocimiento que obtuve en la tercera vigilia de la noche. La ignorancia fue destruida, el conocimiento había surgido; la oscuridad fue destruida, la luz había surgido; así ocurre en uno que es diligente, fervoroso y resuelto.

Suponed, monjes, que en un bosque hubiera un lago de poca profundidad, de cuya existencia dependiera la vida de una manada de ciervos. Entonces, apareciera un hombre que no desea bien a los ciervos, que no desea su bienestar, que desea su esclavitud; y cerrase el camino seguro y tranquilo que lleva al bienestar de los ciervos, y abriera un falso camino, donde pondría unos señuelos con forma de ciervo macho y hembra, para que así la gran manada de ciervos cayera en la ruina y el desastre. Luego suponed que apareciera  otro hombre que sí desea el beneficio de los ciervos, que desea su bienestar, que desea su libertad; y abriera un camino seguro y tranquilo que lleva al bienestar de los ciervos, cerrando el falso camino  y destruyendo los ciervos señuelos, para que así la gran manada de ciervos creciera, aumentara y proliferara.

He dado este símil para transmitir un mensaje. El lago de poca profundidad son los placeres sensuales. La manada de ciervos simboliza a los seres. El hombre que no desea el beneficio de los ciervos es un término para Mara, el maligno. El falso camino es el erróneo camino óctuple, es decir: opinión errónea, intención errónea, habla errónea, acción errónea, forma de vida errónea, esfuerzo erróneo, atención errónea y concentración errónea. El ciervo macho señuelo es la pasión y el placer. El ciervo hembra señuelo es la ignorancia. Ahora bien, el hombre que desea el beneficio de los ciervos es un término para el Tathagata, el Merecedor, el Perfecto Auto-Despierto. El camino seguro y tranquilo que lleva a la libertad de los ciervos es el Noble Óctuple Sendero, es decir: opinión correcta, intención correcta, habla correcta, acción correcta, forma de vida correcta, esfuerzo correcto, atención correcta y concentración correcta.

De esta forma, monjes, abrí el camino seguro y tranquilo; cerré el falso camino y quité a los ciervos señuelo. Lo que un maestro debe hacer —buscar el bienestar de sus discípulos, por compasión hacia ellos—, eso he hecho yo para vosotros.

Por allí hay raíces de árboles, por allá moradas vacías. Practicad jhana, monjes, no seáis negligentes. No caigáis más tarde en el arrepentimiento. Este es mi mensaje para vosotros.

Eso fue lo que el Bendito dijo y, satisfechos, los monjes se complacieron en sus palabras.

Cinco realidades para reflexionar

Uppajjhatthana Sutta

AN 5,57 {16A5.2.1.6,56}


Existen estas cinco realidades en las que uno debería reflexionar a menudo. Y, ¿cuáles son estas cinco?

Estoy sujeto al envejecimiento, no estoy más allá del envejecimiento. Esta es la primera realidad en la que uno debe reflexionar a menudo.

Estoy sujeto a la enfermedad, no estoy más allá de la enfermedad. Esta es la segunda realidad en la que uno debe reflexionar a menudo.

Estoy sujeto a la muerte, no estoy más allá de la muerte. Esta es la tercera realidad en la que uno debe reflexionar a menudo.

Todo lo que me resulta querido y atractivo, cambiará y desaparecerá. Esta es la cuarta realidad en la que uno debe reflexionar a menudo.

Soy dueño de mis acciones, heredero de mis acciones, nacido de mis acciones, ligado a mis acciones y tengo a mis acciones como juez. Haga lo que haga, para bien o para mal, eso heredaré. Esta es la quinta realidad en la que uno debe reflexionar a menudo.

Estas son las cinco realidades sobre las que uno debería reflexionar a menudo, ya sea mujer, hombre, laico o monje.

Ahora bien, ¿basándose en qué razonamiento uno debe reflexionar que está sujeto al envejecimiento y no está más allá del envejecimiento? En este razonamiento: existen seres que están embriagados con la borrachera de la juventud; debido a esta embriaguez de la juventud tienen una mala conducta con el cuerpo, la palabra y la mente; pero cuando se reflexiona a menudo sobre esta realidad, aquella embriaguez de la juventud desaparece por completo o se vuelve débil.

Ahora bien, ¿basándose en qué razonamiento uno debe reflexionar que está sujeto a la enfermedad y no está más allá de la enfermedad? En este razonamiento: existen seres que están embriagados con la borrachera de ser una persona sana; debido a esta embriaguez de la salud tienen una mala conducta con el cuerpo, la palabra y la mente; pero cuando reflexionan a menudo sobre esta realidad, aquella embriaguez de la salud desaparece por completo o se vuelve débil.

Ahora bien, ¿basándose en qué razonamiento uno debe reflexionar que está sujeto a la muerte y no está más allá de la muerte? En este razonamiento: existen seres que están embriagados con la borrachera de estar vivos; debido a esta embriaguez de la vida tienen una mala conducta con el cuerpo, la palabra y la mente; pero cuando reflexionan a menudo sobre esta realidad, aquella embriaguez de la vida desaparece por completo o se vuelve débil.

Ahora bien, ¿basándose en qué razonamiento uno debe reflexionar que todo lo que resulta querido y atractivo, está sometido a cambio y desaparición? En este razonamiento: existen seres que sienten deseo y pasión por las cosas que encuentran queridas y atractivas; debido a esa pasión tienen una mala conducta con el cuerpo, la palabra y la mente; pero cuando reflexionan a menudo sobre esta realidad, ese deseo y pasión por las cosas que encuentran queridas y atractivas, desaparece por completo o se vuelve débil.

Ahora bien, ¿basándose en qué razonamiento uno debe reflexionar que es dueño de sus acciones, heredero de sus acciones, nacido de sus acciones, ligado a sus acciones y tiene a sus acciones como juez, y haga lo que haga, para bien o para mal, eso heredará? En este razonamiento: existen seres que tienen una mala conducta con el cuerpo, la palabra y la mente; debido a esa mala conducta se hacen herederos de sus malas acciones; pero cuando reflexionan a menudo sobre esta realidad, esa mala conducta con el cuerpo, la palabra y la mente desaparece por completo o se vuelve débil.

Ahora bien, un noble discípulo considera esto: “No soy el único que está sujeto al envejecimiento. Siempre que haya seres —del pasado y del futuro, seres que desaparecen y vuelven a aparecer—, todos estarán sujetos al envejecimiento y no estarán más allá del envejecimiento”. Cuando reflexiona a menudo sobre esto, surgen en él los factores del noble sendero. Adhiriéndose a ese noble sendero, lo desarrolla y cultiva. Cuando desarrolla y cultiva ese noble sendero, los obstáculos se abandonan y las obsesiones se ven destruidas.

Además, un noble discípulo considera esto: “No soy el único que está sujeto a la enfermedad... No soy el único que está sujeto a la muerte... No soy el único al que todo lo que le resulta querido y atractivo, cambiará y desaparecerá... No soy el único que es dueño de sus acciones, heredero de sus acciones, nacido de sus acciones, ligado a sus acciones y tiene a sus acciones como juez, y haga lo que haga, para bien o para mal, eso heredaré. Siempre que haya seres —del pasado y del futuro, que desaparecen y vuelven a aparecer—, todos serán dueños de sus acciones, herederos de sus acciones, nacidos de sus acciones, ligados a sus acciones y tendrán a sus acciones como juez, y hagan lo que hagan, para bien o para mal, eso heredarán. Cuando reflexiona a menudo sobre esto, surgen en él los factores del noble sendero. Adhiriéndose a ese noble sendero, lo desarrolla y cultiva. Cuando desarrolla y cultiva ese noble sendero, los obstáculos se abandonan y las obsesiones se ven destruidas.

Sujeto al nacimiento,
sujeto al envejecimiento,
sujeto a la muerte,
la gente normal y corriente
repudia a los que padecen
de aquello a lo que están sujetos.

¿Y si yo repudiase
a los seres sujetos a estas cosas?
No sería apropiado para mí
vivir como ellos viven.

Como yo mantuve esta actitud,
conociendo el Dhamma
sin protocolos,
superé toda embriaguez
por la salud, la juventud y la vida,
como aquel que ve
el renunciamiento como un descanso.

Por mí, la energía surgió,
la liberación fue claramente vista.
Ahora no hay una razón
para que participe de los placeres sensuales.
Habiendo seguido la vida santa,
ya no volveré.

Tercer discurso de Buddha: el sermón del fuego

Adittapariyaya Sutta

SN 35,28 {13S4.1.1.3.6,28}


Esto he escuchado. En una ocasión el Bienaventurado estaba en Gaya, en la Cabeza de Gaya, junto a un grupo de mil monjes. Estando ahí, se dirigió a ellos con estas palabras:

Monjes, todo está ardiendo. ¿Qué significa que todo está ardiendo?

El ojo está ardiendo, las formas están ardiendo, la conciencia del ojo está ardiendo, el contacto del ojo está ardiendo; también toda sensación placentera o penosa, y la que no es ni placentera ni penosa que depende del ojo como su condición indispensable, está ardiendo. ¿Ardiendo con qué? Ardiendo con el fuego de la codicia, con el fuego de la animadversión, con el fuego de la falsa ilusión; ardiendo con el nacimiento,  la vejez y la muerte; con las penas, lamentaciones, dolores, con la angustia y desesperación.

El oído está ardiendo..., la nariz está ardiendo…, la lengua está ardiendo..., el cuerpo está ardiendo..., la mente está ardiendo, las ideas están ardiendo, la conciencia de la mente está ardiendo, el contacto de la mente está ardiendo; también toda sensación placentera o penosa, y la que no es ni placentera ni penosa que depende de la mente como su condición indispensable, está ardiendo. ¿Ardiendo con qué? Ardiendo con el fuego de la codicia, con el fuego de la animadversión, con el fuego de la falsa ilusión; ardiendo con el nacimiento,  la vejez y la muerte; con las penas, lamentaciones, dolores, con la angustia y desesperación.

Monjes, viendo esto, el bien instruido noble discípulo experimenta desapego hacia el ojo,  hacia las formas, hacia la consciencia del ojo, hacia el contacto del ojo y hacia toda la sensación placentera o penosa, y hacia la que no es ni placentera ni penosa que depende del ojo como su condición indispensable. Experimenta desapego hacia el oído..., hacia la nariz..., hacia la lengua..., hacia el cuerpo..., hacia la mente, hacia las ideas, hacia la consciencia de la mente, hacia el contacto de la mente y hacia toda sensación placentera o penosa, y hacia la que no es ni placentera ni penosa que depende de la mente como su condición indispensable.

Experimentando desapego se vuelve desapasionado. Mediante el desapasionamiento, su mente se libera. Alcanzada esta libertad, aparece en él el conocimiento de que está liberado. Entonces entiende: el nacimiento está destruido, la vida santa ha sido realizada, la tarea ha culminado. No queda nada más por delante.

Esto dijo el Bienaventurado y aquellos monjes se sintieron deleitados y elevados por las palabras del Bienaventurado. Y las mentes de aquellos mil monjes fueron plenamente liberadas de las contaminaciones a través del no-apego.

Segundo discurso de Buddha: la ausencia de un «yo» substancial

Anattalakkhana Sutta

SN 22,59 {13S3.1.2.1.7,59}

Esto he escuchado. En una ocasión el Bienaventurado estaba morando en el Parque de los Venados de Isipatana, cerca de Baranasi. Estando allí, se dirigió al grupo de los cinco monjes:

Monjes, la forma es no-ser. Porque si la forma fuera el ser, no conduciría a la aflicción y sería posible conseguir que la forma fuera de esta manera o de esta otra manera. Pero como la forma es el no-ser, entonces conduce a la aflicción y no es posible conseguir esto de ella: que la forma sea de esta u otra manera.

Monjes, la sensación es no-ser. Porque si la sensación fuera el ser, no conduciría a la aflicción y sería posible conseguir que la sensación fuera de esta manera o de esta otra manera. Pero como la sensación es el no-ser, entonces conduce a la aflicción y no es posible conseguir esto de ella: que la sensación sea de esta u otra manera.

Monjes, la percepción es no-ser. Porque si la percepción fuera el ser, no conduciría a la aflicción y sería posible conseguir que la percepción fuera de esta manera o de esta otra manera. Pero como la percepción es el no-ser, entonces conduce a la aflicción y no es posible conseguir esto de ella: que la percepción sea de esta u otra manera.

Monjes, las formaciones mentales son no-ser. Porque si las formaciones mentales fueran el ser, no conducirían a la aflicción y sería posible conseguir que las formaciones mentales fueran de esta manera o de esta otra manera. Pero como las formaciones mentales son el no-ser, entonces conducen a la aflicción y no es posible conseguir esto de ellas: que las formaciones mentales sean de esta u otra manera.

Monjes, la consciencia es no-ser. Porque si la consciencia fuera el ser, no conduciría a la aflicción y sería posible conseguir que la consciencia fuera de esta manera o de esta otra manera. Pero como la consciencia es el no-ser, entonces conduce a la aflicción y no es posible conseguir esto de ella: que la consciencia sea de esta u otra manera.

Qué opinan, monjes, ¿es la forma permanente o transitoria?

Transitoria, venerable señor.

Y lo que es transitorio, ¿da insatisfacción o felicidad?

Insatisfacción, venerable señor.

Y lo que es transitorio, insatisfactorio y sujeto a cambio, ¿puede ser considerado: esto es mío, esto soy yo, esto es mi ser?

No, venerable señor.

La sensación, la percepción, las formaciones mentales y la consciencia, ¿son permanentes o transitorias?

Transitorias, venerable señor.

Y aquello que es transitorio, ¿da insatisfacción o felicidad?

Insatisfacción, venerable señor.

Y si es transitorio, insatisfactorio y sujeto a cambio, ¿puede ser considerado: esto es mío, esto soy yo, esto es mi ser?

No, venerable señor.

Por eso, monjes, cualquier clase de forma —del pasado, presente o futuro, interna o externa, vulgar o sutil, inferior o superior, lejana o cercana—, toda forma debería ser vista tal como realmente es, con la correcta sabiduría: esto no es mío, esto no soy yo, esto no es mi ser.

Cualquier clase de sensación —del pasado, presente o futuro, interna o externa, vulgar o sutil, inferior o superior, lejana o cercana—, toda sensación debería ser vista tal como realmente es con la correcta sabiduría: esto no es mío, esto no soy yo, esto no es mi ser.

Cualquier clase de percepción —del pasado, presente o futuro, interna o externa, vulgar o sutil, inferior o superior, lejana o cercana—, toda percepción debería ser vista tal como realmente es, con la correcta sabiduría: esto no es mío, esto no soy yo, esto no es mi ser.

Cualquier clase de formación mental —del pasado, presente o futuro, interna o externa, vulgar o sutil, inferior o superior, lejana o cercana—, toda formación mental debería ser vista tal como realmente es, con la correcta sabiduría: esto no es mío, esto no soy yo, esto no es mi ser.

Cualquier clase de consciencia —del pasado, presente o futuro, interna o externa, vulgar o sutil, inferior o superior, lejana o cercana—, toda consciencia debería ser vista tal como realmente es, con la correcta sabiduría: esto no es mío, esto no soy yo, esto no es mi ser.

Monjes, viendo de esta manera, el instruido noble discípulo experimenta desapego hacia la forma, desapego hacia la sensación, hacia la percepción, hacia las formaciones mentales y la consciencia. Y experimentando desapego, llega a estar desapasionado y, mediante el desapasionamiento, su mente se ve liberada. Alcanzada esta libertad, entonces llega el conocimiento de que está liberado y comprende: destruido está el nacimiento, la vida santa ha sido vivida, lo que había que hacer se ha realizado y, he aquí, no hay más futuros estados de existencia.

Esto fue lo que dijo el Despierto. Entonces aquellos cinco monjes se sintieron satisfechos y deleitados por las palabras del Bienaventurado, y sus mentes se vieron liberadas mediante el no-apego.

Primer discurso de Buddha: puesta en marcha de la rueda del Dhamma

Dhammacakkappavattana Sutta 

SN 56,11 {14S4.12.2.1,1081}


Esto he oído. En una ocasión el Buddha estaba residiendo cerca de Baranasi, en Isipatana, en el Parque de los Venados. Allí el Sublime se dirigió al grupo de los cinco monjes:

Estos dos extremos, monjes, no deberían ser seguidos por un renunciante. ¿Cuales son estos dos? La complacencia en los placeres sensuales —lo cual es bajo, vulgar, ordinario, innoble y no beneficioso— y la adicción a la mortificación —lo cual también es doloroso, innoble y no aporta beneficio—. No siguiendo estos dos extremos el Tathagata ha penetrado el camino medio que genera la visión y el entendimiento, que conduce a la paz, a la sabiduría, a la iluminación y al Nibbana.

¿Cuál es, monjes, el camino medio que el Tathagata ha penetrado que genera la visión y el entendimiento, que conduce a la paz, a la sabiduría, a la iluminación y al Nibbana? Simplemente el Noble Óctuple Sendero, es decir, (i) correcto entendimiento, (ii) correcto pensamiento, (iii) correcto lenguaje, (iv) correcta acción, (v) correcta vida, (vi) correcto esfuerzo, (vii) correcta atención y (viii) correcta concentración. Éste es el camino medio que el Tathagata ha penetrado, que genera la visión y el entendimiento, que conduce a la paz, a la sabiduría, a la iluminación y al Nibbana.

Esta, monjes, es la noble verdad del sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la vejez…, la enfermedad…, la muerte es sufrimiento; asociarse con lo indeseable…, separarse de lo deseable…, no obtener lo deseado es sufrimiento. En breve, los cinco agregados de la adherencia son sufrimiento.

Esta, monjes, es la noble verdad del origen del sufrimiento. Es el deseo que genera nueva existencia, el cual, asociado con el placer y la pasión busca deleite en todas partes. Es el deseo sensual, el deseo por la existencia y el deseo por la no existencia.

Esta, monjes, es la noble verdad de la cesación del sufrimiento. La total extinción del deseo, su abandono, su eliminación, la liberación y no dependencia de él.

Esta, monjes, es la noble verdad del sendero que conduce a la cesación del sufrimiento. El Noble Óctuple Sendero, es decir, (i) correcto entendimiento, (ii) correcto pensamiento, (iii) correcto lenguaje, (iv) correcta acción, (v) correcta vida, (vi) correcto esfuerzo, (vii) correcta atención y (viii) correcta concentración.

Esta es la noble verdad del sufrimiento. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Esta noble verdad del sufrimiento debe ser completamente comprendida. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Esta noble verdad del sufrimiento ha sido completamente comprendida. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Esta es la noble verdad del origen del sufrimiento. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Esta noble verdad del origen del sufrimiento debe ser erradicada. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Esta noble verdad del origen del sufrimiento ha sido erradicada. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Esta es la noble verdad del origen del sufrimiento. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Esta noble verdad de la cesación del sufrimiento debe ser realizada. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Esta noble verdad de la cesación del sufrimiento ha sido realizada. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Esta es la noble verdad del sendero que conduce a la cesación del sufrimiento. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Esta noble verdad del sendero que conduce a la cesación del sufrimiento debe ser desarrollada. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Esta noble verdad del sendero que conduce a la cesación del sufrimiento ha sido desarrollada. Así, con relación a las cosas desconocidas por mí, surgió la visión y el entendimiento, surgió la sabiduría, la penetración y la luz.

Monjes, mientras el entendimiento y la visión con respecto a estas Cuatro Nobles Verdades —de acuerdo a la realidad bajo sus tres modos y doce aspectos— no fue totalmente puro en mí, no admití frente al mundo con sus divinidades, sus Maras y Brahmas, ni a la humanidad con sus ascetas, brahmanes y hombres, que había realizado correctamente por mí mismo la incomparable iluminación.

Sólo cuando el entendimiento y la visión con respecto a estas Cuatro Nobles Verdades —de acuerdo a la realidad bajo sus tres modos y doce aspectos— fue totalmente puro en mí, recién entonces admití frente al mundo con sus divinidades, sus Maras y Brahmas, y a la humanidad con sus ascetas, brahmanes y hombres, que había realizado correctamente por mí mismo la incomparable iluminación.

De esta forma surgió en mí el entendimiento y la visión: «Inconmovible es mi liberación. Éste es el último nacimiento. No habrá nuevas existencias».

Esto dijo el Despierto y los cinco monjes se regocijaron de las palabras del Sublime.


Cuando esta exposición se estaba impartiendo, surgió en el venerable Kondañña la pura e inmaculada visión del Dhamma: «Todo aquello que está sujeto a un surgir, está sujeto a un desaparecer».

Cuando el Buddha puso en movimiento la rueda de la doctrina, la divinidades terrestres exclamaron: «Esta excelente rueda de la doctrina ha sido puesta en movimiento por el Sublime cerca de Baranasi  en Isipatana, en el Parque de los Venados, y no podrá ser detenida por ningún asceta, brahmán, divinidad, Mara o Brahma, ni por ningún ser en el universo».

Habiendo escuchado esto de las divinidades terrestres, las divinidades de Catumaharajika dijeron: «Esta excelente rueda de la doctrina ha sido puesta en movimiento por el Sublime cerca de Baranasi  en Isipatana, en el Parque de los Venados, y no podrá ser detenida por ningún asceta, brahmán, divinidad, Mara o brama, ni por ningún ser en el universo».

Habiendo escuchado esto de las divinidades de Catumaharajika, las divinidades de Tavatimsa hicieron oír su voz: «Esta excelente rueda de la doctrina ha sido puesta en movimiento por el Sublime cerca de Baranasi  en Isipatana, en el Parque de los Venados, y no podrá ser detenida por ningún asceta, brahmán, divinidad, Mara o Brahma, ni por ningún ser en el universo».

Habiendo escuchado esto de las divinidades de Tavatimsa, las divinidades de Yama dijeron: «Esta excelente rueda de la doctrina ha sido puesta en movimiento por el Sublime cerca de Baranasi  en Isipatana, en el Parque de los Venados, y no podrá ser detenida por ningún asceta, brahmán, divinidad, Mara o Brahma, ni por ningún ser en el universo».

Habiendo escuchado esto de las divinidades de Yama, las divinidades de Tusita exclamaron: «Esta excelente rueda de la doctrina ha sido puesta en movimiento por el Sublime cerca de Baranasi  en Isipatana, en el Parque de los Venados, y no podrá ser detenida por ningún asceta, brahmán, divinidad, Mara o Brahma, ni por ningún ser en el universo».

Habiendo escuchado esto de las divinidades de Tusita, las divinidades de Nimanarati dijeron: «Esta excelente rueda de la doctrina ha sido puesta en movimiento por el Sublime cerca de Baranasi  en Isipatana, en el Parque de los Venados, y no podrá ser detenida por ningún asceta, brahmán, divinidad, Mara o Brahma, ni por ningún ser en el universo».

Habiendo escuchado esto de las divinidades de Nimanarati, las divinidades de Paranimitavasavatti hicieron oír su voz: «Esta excelente rueda de la doctrina ha sido puesta en movimiento por el Sublime cerca de Baranasi  en Isipatana, en el Parque de los Venados, y no podrá ser detenida por ningún asceta, brahmán, divinidad, Mara o Brahma, ni por ningún ser en el universo».

Habiendo escuchado esto de las divinidades de Paranimitavasavatti, las divinidades del mundo de los Brahmas exclamaron: «Esta excelente rueda de la doctrina ha sido puesta en movimiento por el Sublime cerca de Baranasi  en Isipatana, en el Parque de los Venados, y no podrá ser detenida por ningún asceta, brahmán, divinidad, Mara o Brahma, ni por ningún ser en el universo».

Y en ese instante, esa exclamación se extendió hasta el mundo de los Brahmas. Y los diez mil universos se estremecieron, se sacudieron y temblaron violentamente. Y una espléndida e ilimitada luz, sobrepasando el fulgor de las divinidades, se manifestó en el mundo.

Luego el Sublime pronunció esta expresión de alegría: «Amigos, Kondañña ha comprendido. Amigos, Kondañña realmente ha comprendido». Y el venerable Kondañña fue llamado Aññasikondañña.

Entonces, el venerable Aññasikondañña —habiendo visto el Dhamma, alcanzado el Dhamma, conocido el Dhamma, penetrado el Dhamma, trascendido la duda e incertidumbre, sereno e independiente de otro en la enseñanza del Maestro—, se dirigió al Sublime: «Venerable Señor, deseo recibir la ordenación en presencia del Sublime, deseo recibir la alta ordenación».

 «Venga monje» —dijo el Buddha—. «Bien expuesta está la Doctrina. Practique la vida noble para poner fin completamente al sufrimiento».

Y esa fue la ordenación del venerable Aññasikondañña.